La evangelización, prioridad para el nuevo arzobispo coadjutor de Dublín (II)

Entrevista con monseñor Diarmuid Martin

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ROMA, 31 agosto 2003 (ZENIT.org).- Este sábado el cardenal Desmond Connell, arzobispo de Dublín, recibió al nuevo arzobispo coadjutor, monseñor Diarmuid Martin, hasta ahora observador permanente de la Santa Sede ante la sede de la ONU en Ginebra, en una eucaristía solemne celebrada en la pro-catedral de la Inmaculada Concepción.

Ofrecemos la segunda parte de la entrevista que monseñor Martin ha concedido en las vísperas al portal católico italiano www.korazym.org.

–Escándalos atribuidos a sacerdotes han creado una situación difícil para la Iglesia. ¿Qué lecciones sacar?

–Monseñor Diarmuid Martin: Hace cierto tiempo, se me pidió que escribiera un mensaje en este sentido como sacerdote de mi diócesis; subrayé el concepto de humildad porque creo que existe un diferencia entre una Iglesia humillada y una Iglesia humilde en su estilo. Pienso que una Iglesia humilde en su modo de ser es mucho más eficaz en el mundo actual, también porque está más cerca del mensaje de Jesucristo. En el pasado la Iglesia era mucho más autoritaria, en algunos casos de forma abusiva, irrespetuosa de la autonomía de las personas. Creo que debemos evitar todo tipo de autoritarismo, e incluso un cierto tipo de clericalismo. Ello supone además tener una apertura total hacia la Iglesia universal, que busca involucrar un número cada vez mayor de participantes en la vida religiosa.

Algunas investigaciones demuestran que el número de personas que, fuera de la Misa, tienen parte activa en la vida de la Iglesia no es tan alto como en Irlanda. Personalmente he sido muy afortunado porque desde pequeño participé activamente en la vida de la Iglesia, junto a otros jóvenes; trabajé en un institución que se ocupaba de los encarcelados en Inglaterra.

Creo que también hoy, los jóvenes deben asumir responsabilidades incluso en el ámbito de la propia realidad eclesial. Por lo que me han informado, el número de jóvenes que participan en la vida de la Iglesia en Irlanda está disminuyendo dramáticamente. No creo que los jóvenes, en Irlanda y un poco en todas partes, no estén a la búsqueda de respuestas profundas y concretas para su vida, igual que no creo que sean ajenos al mensaje de Cristo. Más bien pienso que existe una fuerte necesidad de contemplar nuevas formas de evangelización para los jóvenes, y cuando digo evangelización no me refiero simplemente a algo pasivo, sino a algo capaz de hacer comprender a los jóvenes la riqueza del mensaje de Jesucristo en su vida concreta.

–En la Jornada Mundial de la Juventud en Toronto participaron cientos de jóvenes irlandeses de distintas diócesis del país. Expresaban una gran apertura y un fuerte deseo de trabajar para la Iglesia. Muchos de ellos, sin embargo, manifestaban el deseo de ver una Iglesia cada vez más abierta hacia los jóvenes. ¿Qué opina?

–Monseñor Diarmuid Martin: Una de las ventajas de ser arzobispo coadjutor es precisamente la de tener tiempo para salir y ver y escuchar las exigencias de cada parroquia, institución o movimiento, para comprender el papel de los jóvenes en cada realidad. ¡Es justamente lo que haré!

–¿Qué piensa del papel de los laicos en la Iglesia?

–Monseñor Diarmuid Martin: Confío en que de mi discurso introductivo durante la ceremonia de bienvenida en Dublín se entienda la importancia que quiero atribuir a toda la comunidad de la diócesis. Espero que haya una fuerte participación de parte de los jóvenes, de las mujeres, de parte de aquella que llamo «la nueva Irlanda», porque hoy Irlanda es un país multicultural y muchos inmigrantes son católicos, pero aún no están adecuadamente integrados en la sociedad irlandesa. Y si queremos hablar de evangelización debemos hablar asimismo de la dimensión interreligiosa para comprender cómo se puede crecer también gracias a las otras religiones y culturas.

–Tras ser nombrado obispo auxiliar de Dublín, recibió reacciones positivas en Irlanda por haber dicho que durante su mandato trabajaría para ayudar a las víctimas de la violencia y de los abusos por parte del clero…

–Monseñor Diarmuid Martin: El fenómeno de los abusos y de la violencia es muy grave. He conocido algunas personas cuyo amor por la Iglesia es tan fuerte que han podido superar este momento de crisis y perdonar a la Iglesia, a pesar de su experiencia. He conocido a otras personas que, en cambio, tienen en su interior aún un fuerte rencor. Creo que la Iglesia debe echarse todo a la espalda y recomenzar, fortalecida por estas experiencias negativas. Espero que estas últimas personas comprendan que no han sido abandonadas por la Iglesia y pueden encontrar confianza en ella.

–Irlanda siempre ha estado considerada como tierra de solidaridad para los que sufren y los irlandeses han demostrado ser solidarios y generosos al ofrecer asistencia al necesitado: países de África, América Latina, Asia y Oriente Medio. Considerando su experiencia internacional y su labor en el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz en Roma, para muchos su nombramiento en Dublín dará esperanza a Irlanda para seguir ligada a la solidaridad. ¿Qué mensaje quiere transmitir en este sentido?

–Monseñor Diarmuid Martin: Considero que es extremadamente importante continuar en esta línea; para mí la pobreza es la incapacidad de realizar las potencialidades humanas, pero si Dios nos ha dado las potencialidades, debemos aprovecharlas. La incapacidad de realizarlas impide a los hombres cumplir lo que el Señor quiere para cada uno de nosotros. El medio más importante para combatir la pobreza es trabajar de forma que cada individuo realice sus propias potencialidades. Por ejemplo, en Irlanda hay numerosas organizaciones que intentan combatir la pobreza en este sentido. Una de las más famosas es «Trocaire» .

–¿«Trocaire» es hija del Concilio Vaticano II?

–Monseñor Diarmuid Martin: Sí, y junto a «Trocaire» hay muchas otras organizaciones que están desarrollando una gran labor en este campo. También muchas Organizaciones No Gubernamentales, con tareas más específicas, desempeñan un papel significativo. Además, debo subrayar otro punto importante. El gobierno irlandés lleva a cabo una clara política de desarrollo cuyo objetivo es emplear el 0,7% del Producto Interior Bruto en la cooperación internacional. La contribución de la Iglesia tampoco hay que olvidarla.

–¿Cuáles serán las prioridades de su misión?

–Monseñor Diarmuid Martin: Mi primer objetivo será el de escuchar y conocer a las personas de la diócesis para retomar viejos contactos, para comprender la realidad que vive Dublín. Además analizaré junto al cardenal Connell –que permanece como arzobispo de la ciudad– cómo poder reforzar las estructuras a disposición de la Iglesia en Irlanda para comenzar con el tema de la evangelización.

[La primera parte de esta entrevista fue publicada en el servicio informativo de (Cf. Zenit del 29 de agosto) ]

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ZENIT Staff

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