La evolución no responde a todas las preguntas del hombre, reconoce el Papa

Analiza la dificultad de los jóvenes para encontrar el sentido a la vida

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 27 julio 2007 (ZENIT.org).- La evolución no responde a todas las preguntas del ser humano, en particular, sobre el sentido de la vida, considera Benedicto XVI.

A esta conclusión llegó al responder a la pregunta de un sacerdote sobre la crisis de sentido entre los jóvenes, que en ocasiones termina con el suicidio, en un encuentro con 400 presbíteros, el 24 de julio en Auronzo, localidad de los Dolomitas.

«En un primer momento parece que no tendríamos necesidad de Dios, es más, que sin Dios estaríamos más libres y el mundo sería más grande. Pero después de un cierto tiempo, en nuestras nuevas generaciones, se ve lo que sucede cuando desaparece Dios», respondió el Papa.

«El grande problema es que si Dios no existe y no es el Creador de mi vida, en realidad la vida se convierte en un simple pedazo de la evolución, nada más, no tiene sentido por sí misma», añadió.

«Por el contrario, yo tengo que tratar de dar un sentido a este pedazo de ser», explicó.

«Veo que en Alemania y en los Estados Unidos se da un debate bastante duro entre el así llamado creacionismo y el evolucionismo, presentados como si fueran alternativas que se excluyen: quien cree en el Creador no podría pensar en la evolución y, por el contrario, quien afirma la evolución debería excluir a Dios».

«Esta contraposición es una absurdidad, pues por una parte hay muchas pruebas científicas a favor de una evolución que se presenta como una realidad que tenemos que ver y que enriquece nuestra conciencia de la vida y del ser como tal».

«Pero la doctrina de la evolución no responde a todas estas preguntas y no responde, en particular, a la gran pregunta filosófica: ¿de dónde viene todo? ¿Cómo se ha emprendido todo un camino que llega finalmente hasta el hombre?».

«Me parece muy importante», explicó, «que la razón se abra más, que ciertamente vea estos datos, pero que también vea que no son suficientes para explicar toda la realidad».

«No es suficiente, nuestra razón es más amplia y puede comprender también que nuestra razón en el fondo no es algo irracional, un producto de la irracionalidad, sino que la razón precede todo, la razón creadora, y que somos realmente el reflejo de la razón creadora».

«Hemos sido concebidos y queridos y, por tanto, hay una idea que me precede, un sentido que me precede y que tengo que descubrir, seguir y que en último término da sentido a mi vida», subrayó.

Esta visión, aclaró, es necesaria para comprender también el sentido del dolor.

«En este sentido, diría que es importante hacer que los jóvenes descubran a Dios, hacer que descubran el amor verdadero, que crece precisamente en la renuncia, y hacer que descubran también la bondad interior del sufrimiento, que me hace más libre y más grande», concluyó.

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ZENIT Staff

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