La experiencia de Dios vivo, respuesta a la «necrosis» del secularismo

Entrevista con Matteo Calisi, presidente de la Fraternidad Católica Carismática de Alianza

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BARI, domingo, 24 octubre 2004 (ZENIT.org).- La experiencia del poder del Espíritu Santo, que lleva a proclamar que Dios está vivo, es respuesta al difundido secularismo e impulso a la nueva evangelización, a la santidad de vida y a la reconstrucción de los cristianos en una sola Iglesia.

De ello puede dar testimonio la Renovación Carismática, una corriente de gracia que ha tocado transversalmente las Iglesias cristianas históricas (católica-protestante-ortodoxa) y que incluye a cerca de 600 millones de cristianos –de los cuales alrededor de 120 millones son católicos– en todo el mundo.

Una de las expresiones «carismáticas» en la Iglesia católica es la «Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellwoships» –«Fraternidad Católica de las Comunidades y Asociaciones Carismáticas de Alianza» (www.catholicfraternity.net)–, organismo internacional de Derecho Pontificio que reúne a más de medio centenar de comunidades históricas de la Renovación Carismática Católica de los cinco continentes, tales como la «Comunidad de las Bienaventuranzas», la «Comunidad Emmanuel» de París o la «Comunidad de Jesús» en Bari.

En vísperas de su XI Congreso Internacional (Fiuggi, 29 de octubre al 1 de noviembre), el presidente de la Fraternidad Católica y colaborador del Consejo Pontificio para los Laicos, Matteo Calisi –padre de familia–, explica en esta entrevista concedida a ZENIT la «novedad» que representan los «carismáticos» en la Iglesia y en el mundo, así como la misión de los Movimientos Eclesiales y Nuevas Comunidades en el contexto actual.

–¿Qué es la «Catholic Fraternity» y cuál es su misión en la Iglesia?

–Matteo Calisi: La Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellowships es el primer Organismo Internacional –con sede en Bari y erigido por el Consejo Pontificio para los Laicos– que federa las comunidades principales e históricas de la Renovación Carismática Católica (RCC). Con el reconocimiento pontificio, el 30 de noviembre de 1990, la Catholic Fraternity fue erigida canónicamente en Asociación Privada internacional de Derecho Pontificio de Fieles de la Iglesia Católica, con personalidad jurídica eclesiástica.

La Santa Sede, en el Decreto de reconocimiento, expresó su deseo de que la Catholic Fraternity pudiera contribuir a consolidar la expresión católica del movimiento carismático. Por lo tanto, la Catholic Fraternity no tiene funciones de gobierno o de responsabilidad jurídica sobre la Comunidades miembros; tiene sólo una responsabilidad moral y espiritual: la de animar el desarrollo de las Comunidades miembros en sus dimensiones eclesial y católica.

De esta forma, cada Comunidad mantiene la propia identidad y autonomía jurídica y de gobierno y un arraigo sustancial en la Iglesia particular, pero al mismo tiempo es miembro de una Federación Universal de Derecho Pontificio de Fieles.

El Santo Padre Juan Pablo II, hablando a la Catholic Fraternity en varios Encuentros Internacionales, ha subrayado el papel fundamental de la Catholic Fraternity dentro de la Renovación Carismática Católica.

«En el seno de la Renovación Carismática, la Catholic Fraternity tiene una misión particular, reconocida por la Santa Sede. Uno de los objetivos definidos por vuestros Estatutos es el de salvaguardar la identidad católica de las comunidades carismáticas y animarlas a mantener un estrecho vínculo con los Obispos y el Romano Pontífice… Ayudar a las personas a tener un fuerte sentido de pertenencia a la Iglesia» (Mensaje autógrafo, Ciudad del Vaticano, 1 de junio de 1998).

–La Renovación Carismática Católica está difundida en el mundo entre cerca de 120 millones de católicos. ¿Cómo se hace hoy la experiencia del Espíritu Santo?

–Matteo Calisi: Dios no habita en templos de piedra, sino ante todo en el corazón de los fieles, en el que ha derramado la potencia del Espíritu Santo con sus dones carismáticos, de los cuales el mayor es el amor, como dice San Pablo (1 Cor 13). Al mundo moderno, que declara la muerte de Dios y tiene un proceso de necrosis llamado «secularismo», los carismáticos quieren proclamar que Dios está vivo, porque sus fieles viven en Él, que mora y obra potentemente en ellos por medio del Espíritu Santo.

En nuestros días recibimos esta manera nueva y singular de experimentar el poder del Espíritu Santo operante en los fieles, que se llama Bautismo en el Espíritu Santo y la oración carismática.

La Renovación Carismática es un testimonio elocuente, como ha afirmado en varias ocasiones el Santo Padre Juan Pablo II, de la presencia del Espíritu Santo en el corazón de los fieles, que son su templo. Los carismáticos no traen «novedades», sino que son novedad ellos mismos porque ayudan a la Iglesia redescubrir, a través de la toma de conciencia de la poderosa acción del Espíritu Santo en la vida de cada uno y de la Iglesia, la maravilla de dones y carismas se les son dados a cada uno y a todos para la construcción de la comunidad de creyentes a fin de que la Iglesia, esposa de Cristo, sea cada vez más bella y más digna de su esposo y Señor. Se trata de una corriente de gracia que ha tocado transversalmente las Iglesias cristianas históricas (católica-protestante-ortodoxa) y que incluye cerca de 600 millones de cristianos –de los cuales alrededor de 120 millones son católicos– en todo el mundo. ¡Es el movimiento más extenso de la historia del cristianismo, desafortunadamente tan poco estudiado por los especialistas!

La RCC tiene difusión entre los más diversos ambientes de la Iglesia y del mundo y asume diferentes expresiones y formas de apostolado, como Grupos de Oración, Comunidades de Alianza, Comunidades de vida con laicos y/o clérigos y/o consagrados, Comunidades y Asociaciones Ecuménicas, Congregaciones Religiosas y Monásticas, Universidades, etc. La variedad de estas expresiones carismáticas constituyen una verdadera riqueza para la Iglesia Católica.

La Renovación Carismática Católica, por lo tanto, no se presenta como un movimiento eclesial «jerárquicamente estructurado», como algunos piensan; sino en el respeto de los diferentes carismas, cada expresión carismática diferente podrá contribuir a la edificación de la única Iglesia de Cristo (Cf. 1 Cor 12,4-6 y 1 Cor 12,12).

Cada una de estas realidades comparte en su interior las gracias específicas de la Renovación Carismática Católica –como el Bautismo en el Espíritu y el ejercicio de los dones carismáticos– y mantiene lazos de amistad y a veces de colaboración con las otras. Éstas son legítimamente autónomas por carismas específicos y de fundación. Cada realidad o expresión de la Renovación Carismática Católica actúa según el derecho-libertad de Asociaciones de Fieles ratificado por el Legislador de la Iglesia y derivado del Sacramento del Bautismo, bajo la autoridad y vigilancia de la Autoridad local o de la Santa Sede según el Derecho propio.

–¿Cuáles son los objetivos de las Conferencias Internacionales que promueve la «Catholic Fraternity»? ¿Quién participa en estos eventos?

–Matteo Calisi: La XI Conferencia Internacional de la Catholic Fraternity tendrá por objetivo testimoniar la «Comunión y la Misión en el Tercer Milenio» a la luz del reciente Magisterio del Santo Padre Juan Pablo II y profundizar en los lazos espirituales y pastorales con el Consejo Pontificio para los Laicos, siendo éste el dicasterio encargado del apostolado de los laicos en la Iglesia Católica.

En el encuentro participarán más de 1000 representantes y Moderadores Generales de las Comunidades Miembros de l
a Catholic Fraternity de todos los continentes, junto a obispos y un cardenal procedentes de Brasil, Francia, México, Italia, Ciudad del Vaticano y Albania.

–¿Qué pueden aportar hoy los laicos a una reflexión sobre «Comunión y Misión en el Tercer Milenio»?

–Matteo Calisi: Gracias también a la difusión internacional de la Catholic Fraternity, las diferentes Comunidades Carismáticas han entrado en un contacto de intercambio con otras comunidades de diferentes culturas y pertenencias geográficas que, manteniendo cada una su propia conciencia originaria, se hacen cargo de los retos eclesiales comunes para el Tercer Milenio, como la nueva evangelización, el ecumenismo, la formación espiritual y doctrinal, la formación a la vida religiosa y al sacerdocio ministerial, etc.

Esto se ha facilitado, e incluso estimulado, tanto por el reconocimiento de los Estatutos aprobados por la Santa Sede y las continuas exhortaciones, palabras de estima y ánimo contenidas en los Mensajes del Santo Padre dirigidas a la Catholic Fraternity en diversas ocasiones, como por la dimensión católica y planetaria de la misión de la propia Iglesia Católica que ha facilitado el intercambio entre personas y comunidades de áreas culturales muy diferentes.

Así, providencialmente los aspectos universal y particular se convierten más que nunca en las Comunidades Carismáticas de Alianza en expresión común de la auténtica respiración eclesial, signo del sentir cum ecclesiae. La naturaleza internacional de la Catholic Fraternity hace un llamamiento a la urgencia de que las diferentes Comunidades de Alianza, si bien comprometiéndose en las Iglesias locales (parroquia, diócesis…), en plena comunión y obediencia a los obispos locales, vivan también el sentido de la urgencia de la Misión Universal de la Iglesia Católica en comunión con el Sucesor de Pedro. No pocas Comunidades de la Catholic Fraternity, además, tienen programas de evangelización y de formación misionera comprobados.

–La comunión entre los movimientos eclesiales, ¿es una necesidad o una realidad? Desde su experiencia, ¿cómo se puede difundir y llevar a cabo una espiritualidad de comunión entre los movimientos y nuevas comunidades en la Iglesia?

–Matteo Calisi: La Renovación Carismática Católica colabora desde hace muchos años con los demás Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades. Desde los inicios de los años ‘80 el Consejo Pontificio para los Laicos ha organizado unos Coloquios con los Movimientos eclesiales y las Nuevas Comunidades. Posteriormente, desde 1996, el dicasterio ha convocado periódicamente un grupo «ad hoc» formado por 6 ó 7 fundadores y responsables de estas realidades eclesiales. Personalmente he tenido la alegría y el honor de representar en estos años a la Renovación Carismática Católica Internacional en este grupo hasta hoy, primero como vicepresidente del ICCRS –«Servicios Internacionales de la Renovación Carismática Católica» (www.iccrs.org)–, y ahora como presidente de la Catholic Fraternity.

Al principio los encuentros se desarrollaron en el marco del conocimiento y del respeto. Pero enseguida se empezó a colaborar juntos. Uno de los primeros eventos que han caracterizado nuestra colaboración y comunión fue la organización de la Vigilia de Pentecostés de 1998, donde más de 500 mil miembros y simpatizantes de las Nuevas Comunidades y Movimientos fueron convocados en la Plaza de San Pedro por el Santo Padre Juan Pablo II: en aquella ocasión el Papa dirigió a los presentes palabras de aliento, apoyo y estima. Después ha habido otras ocasiones de comunión, especialmente durante el Jubileo del año 2000.

Esta comunión perdura también hoy, y la prueba es que algunos de estos fundadores de los principales movimientos eclesiales participarán en nuestra XI Conferencia Internacional de Fiuggi, justamente para subrayar esta voluntad de comunión y de misión.

–¿Cómo colaboran los «carismáticos» con las demás realidades en la Iglesia Católica?

–Matteo Calisi: Hay una relación natural de comunión, porque el Espíritu que obra en los carismáticos es el mismo que obra en las parroquias y en los otros Movimientos. Muchos dones de la gracia, que reciben los carismáticos, son para ayuda espiritual de la Iglesia en general en sus nuevas tareas de evangelización y de testimonio cristiano. Por lo que se refiere a la comunión y la misión, los carismáticos viven y quieren vivir una experiencia «eclesial» de servicio. Es la comunión eclesial que armoniza los carismas y los pone al servicio de la Iglesia y del Pueblo de Dios.
–A comienzos del Tercer Milenio, ¿los movimientos se presentan como fuerza evangelizadora en el contexto de la misión de la Iglesia?

–Matteo Calisi: La secularización tiende a eliminar la vocación sobrenatural del hombre para encerrarlo en la vida del tiempo presente. Los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades, sin embargo, con su experiencia concreta de una vida guiada por el Espíritu, dan testimonio de que Dios está vivo y llama al hombre a la participación de su misma naturaleza divina. Además se necesita una potenciación de la fe cristiana para realizar la Nueva Evangelización y la Nueva Santidad de vida, que puede venir sólo de una experiencia pentecostal del Espíritu Santo, así como sucedió al inicio de la Iglesia, cuando los primeros apóstoles de Cristo debieron afrontar la sociedad pagana del tiempo.

–Usted también es presidente y fundador de la «Comunidad de Jesús» —«Comunità di Gesù» (www.comunitadigesu.org), miembro de la «Catholic Fraternity»–, centrada en la adoración, la evangelización y el ecumenismo…

–Matteo Calisi: La «Comunità di Gesù», surgida en el ámbito de la Renovación Carismática Católica, fue fundada en el Pentecostés del año 1983 en la archidiócesis de Bari-Bitonto junto a mi esposa y a un grupo de laicos y religiosos. Al principio participaban también miembros de otras Iglesias cristianas.

Desde Bari la Comunidad se difundió en otras diócesis en Puglia, Basilicata, Campania y Molise y fue erigida por la Autoridad Eclesiástica en la Diócesis pugliesa de Altamura-Gravina-Acquaviva delle Fonti en Asociación Privada de Fieles de la Iglesia Católica en 1992. Tiene un Estatuto y personalidad jurídica eclesiástica. Hoy la Comunidad, extendida también en otras naciones del mundo, está reconocida por otros obispos.

Con una Declaración del Consejo Pontificio para los Laicos, el 2 de diciembre de 1995 la Comunità di Gesù fue agregada a la Fraternidad Católica de las Asociaciones y Comunidades Carismáticas de Alianza de Derecho Pontificio.

La misión de la Comunidad se explica a través de tres ministerios fundamentales: la Adoración incesante, profunda y orientada al Nombre Santísimo de Jesús, de quien la Comunidad toma su nombre; la Evangelización en el poder del Espíritu Santo a través de la proclamación de la Palabra de Dios a los no creyentes y la re-evangelización de los cristianos no practicantes; el Ecumenismo a través de la oración y el diálogo con otras Iglesias y comunidades cristianas.

Forman parte de la Comunidad laicos, casados y solteros, hombres y mujeres comprometidos en el celibato consagrado, diáconos permanentes, sacerdotes y seminaristas. El camino comunitario se articula en dos itinerarios de crecimiento constituidos por la Fraternidad y los Grupos de Oración.

La Comunidad, desde sus orígenes, ha manifestado una singular llamada a la unidad de los cristianos participando activamente en el movimiento ecuménico y acogiendo significativas aportaciones de otros
miembros de Iglesias y comunidades cristianas. La Comunidad ha fundado la Consultación Carismática Italiana, un organismo de diálogo (el primero en Italia) entre los católicos y algunas Iglesias evangélicas pentecostales y es promotora en Italia del diálogo entre católicos y Judíos Mesiánicos.

En los últimos cinco años la Comunità di Gesù organiza en Bari «Kairòs: Encuentro Internacional de Paz para las Naciones». La próxima edición se celebrará en octubre de 2005 y tratará el tema «La luz que viene de Oriente» con la participación de numerosos representantes de las Iglesias ortodoxas.

El compromiso de la Iglesia por la Nueva Evangelización querida por el Santo Padre Juan Pablo II ha impulsado a la Comunidada llevar a cabo iniciativas misioneras internacionales y ecuménicas.

–¿Están llamados los movimientos y nuevas comunidades a trabajar por la unidad de los cristianos?

–Matteo Calisi: Los miembros de Cristo no están distribuidos al azar en su cuerpo, que es la Iglesia, sino según misteriosas correspondencias. Por esta ley, hoy carismáticos católicos, protestantes, ortodoxos se encuentran fácilmente juntos para alabar al Señor, porque el Espíritu los ha unido por la correspondencia que hay en la experiencia del Bautismo del Espíritu recibido en la alabanza a Dios con carismas de lenguas y profecías, en la espontaneidad en el modo de dar culto a Dios.

Es sólo un ejemplo de unidad entre los cristianos por «correspondencia de espiritualidad». Hay muchos otros ejemplos que podría mencionar, que muchos de nosotros han experimentado. El más reciente fenómeno de unidad espiritual de los cristianos, reunidos por correspondencia, fue el encuentro en Stuttgart de 175 movimientos, comunidades y grupos de diferentes Iglesias de Europa; cerca de 80 eran católicos, unos 80 evangélicos de Alemania y los demás ortodoxos, anglicanos e interconfesionales. Por vía satélite en torno al encuentro de Stuttgart se reunieron cristianos de 163 ciudades europeas, mientras que en los demás continentes tenían lugar a la vez 45 Encuentros del mismo tipo. Se calcula una participación de 100.000 personas. Es como el ruido que oyó Ezequiel en el valle de los «huesos secos». Estos «huesos» hoy son los cristianos, que se recomponen en un sólo cuerpo.

En esta época de la Iglesia estamos asistiendo a muchos modos nuevos de manifestar la unidad existente entre los cristianos –si bien aún divididos en Iglesias no unidas–, y esto es debido en gran parte al ecumenismo espiritual y popular, que tiene como protagonistas principales a los Movimientos eclesiales y las Nuevas Comunidades de la Iglesia de hoy. Estas nuevas realidades han sido suscitadas por el Espíritu para la reconstrucción de los cristianos en una sola Iglesia.

Esta visión se remite a nuestro Bautismo común. Somos todos miembros del cuerpo de Cristo porque todos hemos sido bautizados en el único Espíritu de Cristo. Debemos por ello vivir del Espíritu, dice San Pablo. Nuestra unidad cristiana no podrá ocurrir más que en una vida potente del Espíritu vivo en todos los miembros del cuerpo de Cristo. Esta vida poderosa del Espíritu no consiste en que todos realizarán milagros o curaciones, sino en que todos estarán animados por el carisma mayor, la caridad, del que habla San Pablo en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios.

[Entrevista realizada por Marta Lago – ZENIT]

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ZENIT Staff

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