La experiencia de ser nombrado obispo en Año Sacerdotal

Monseñor Marcelo Cuenca, nuevo obispo de Alto Valle del Río Negro

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GENERAL ROCA, martes 27 de abril de 2010 (ZENIT.org) En el extremo sur de Sudamérica se ubica la diócesis de Alto Valle del Río Negro, con sede en la ciudad General Roca donde está ubicada la catedral de la Virgen del Carmen. Esta diócesis, que cubre la zona de la Patagonia argentina, cuenta con un nuevo obispo: se trata de monseñor Marcelo Cuenca, de 55 años, quien asumió esta diócesis el domingo 11 de abril, cuando la Iglesia celebraba el día de la Divina Misericordia.

El papa Benedicto XVI lo nombró obispo el pasado 10 de febrero. En la solemnidad de la Anunciación – Encarnación, monseñor Cuenca recibió la ordenación episcopal.

El nuevo obispo, nacido en la ciudad de Córdoba, Argentina, es ingeniero civil de la Universidad Nacional de su ciudad natal.

En 1977 entró en el Seminario Mayor de Córdoba Nuestra Señora de Loreto y fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1983. En Córdoba ha trabajado en diferentes parroquias, en la diócesis, así como en el Seminario Mayor.

ZENIT lo entrevistó para que hablara de su nueva misión episcopal, así como de su experiencia en estos 27 años de sacerdocio.

-¿Qué significa para usted haber sido nombrado obispo en el año sacerdotal?

Monseñor Marcelo Cuenca: Haber sido nombrado obispo por el Santo Padre en la Iglesia es una gracia, que plenifica la vocación sacerdotal regalada: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado…» (Jeremías 1, 5). A través de la historia con la que el Señor quiso guiar mi vida. Que en el Año Sacerdotal se me dé la plenitud del sacerdocio constituye un regalo particular que hace que el ejemplo del Cura de Ars y asociado a él el del Cura Brochero en nuestra Patria, sea un modo de responder al don sobreabundante que se me da.

-¿Nos puede contar brevemente cómo descubrió su vocación?

Monseñor Marcelo Cuenca: Viví en una familia cristiana, de firmes convicciones y práctica habitual de la fe. Participé como niño y adolescente en grupos parroquiales de Acción Católica. Como joven universitario vivía un rico compromiso y formación en la Fe y específicamente profesional. Así madurando la presencia y respuesta de la Vida Cristiana, se me presenta la posibilidad de vivir más exclusivamente para el Señor. Guiado en la Dirección Espiritual, termino la carrera universitaria e ingreso al Seminario Mayor.

-Usted es ingeniero civil. ¿Tuvo algo que ver algo su carrera con el discernimiento de su vocación al sacerdocio?

Monseñor Marcelo Cuenca: En especificar la vocación no tuvo nada que ver la ingeniería, pero en los caminos de Dios, ciertamente ocupó un lugar y no menor. Por eso es que el modo de pensar, el razonamiento requiriendo principios, la necesidad de lo nuclear, esencial, como obrar y guiar la vida y formación de una comunidad, sí tuvo mucho que ver lo profesional y esta formación físico-matemática en lo práctico. Otro motivo por el que agradezco a Dios y me obliga a estar más dependiente a su Voluntad.

-¿Qué características tiene la diócesis Alto Valle del Río Negro?

Monseñor Marcelo Cuenca: Como las iglesias particulares de la Patagonia, tienen grandes extensiones y no tantos habitantes. Tienen una larga historia, pero una reciente evangelización. En particular el Alto Valle, con dos departamentos de la Provincia de Río Negro, totalmente distintos, en uno está más de la mitad de los pobladores de la Provincia, y en el otro escasamente cuatro mil personas en casi veinticinco mil kilómetros cuadrados. Hace escasos días que asumí la Diócesis, así que espero conocer mucho más y recién hablar sobre ella.

-¿Cómo evalúa su experiencia en la diócesis de Córdoba? ¿qué aportes recibió de dicha experiencia que pueden ayudarle ahora en su labor episcopal?

Monseñor Marcelo Cuenca: No es sólo experiencia sino una vida regalada y desarrollada en el primera Iglesia particular del territorio argentino. No voy a dejar de agradecer siempre lo dado, lo aprendido, lo que Dios y las personas me permitieron vivir, ser y hacer. Particularmente agradezco al cardenal Primatesta, que me ordenó sacerdote, y me modeló en experiencias de mucha necesidad, como en tareas diocesanas de gran responsabilidad, en servicios de respuesta urgente y en procesos pacientes de acompañamiento de personas.

Por eso en un amplio espectro de labores realizadas hoy puedo decir que el Señor me fue formando para vivir hoy este nuevo oficio, ser sucesor de los Apóstoles para esta porción del Pueblo de Dios en comunión con el Santo Padre, sabiendo que horas difíciles nos enseñan a confiar más absolutamente en quien nos salva.

-¿Cuáles son los principales desafíos pastorales de la diócesis Alto Valle del Río Negro?

Monseñor Marcelo Cuenca: Como tengo en mi escudo episcopal, creo que el gran desafío que el Señor nos plantea es conducir, guiar, acompañar a las personas al encuentro y la entrega al Señor Jesús, alcanzando con la luz del Espíritu Santo la vida junto al Padre, así se dignifica la persona y la convivencia de personas en un país rico pero necesitado de siempre de conversión. En este caminar, con la luz del Señor, hay que conocer y guiar a la Santidad a todos.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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