La experiencia real de Cristo frente a una Nueva Era abstracta

Habla el cardenal Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura

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CIUDAD DEL VATICANO, 7 febrero 2003 (ZENIT.org).- Ante la visión de una espiritualidad abstracta presentada por la Nueva Era («New Age») el cristianismo propone el encuentro personal con Cristo, aclara el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura.

El purpurado francés ha sido uno de los responsables del «Informe» publicado el pasado 3 de febrero firmado por el Consejo Pontificio de la Cultura y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

«La Nueva Era parece ofrecer su visión espiritual del mundo, insistiendo en la infelicidad profunda de la felicidad contemporánea, porque promete la armonía cósmica, la adquisición de poderes mentales para transformar la realidad, el acceso al mundo espiritual que estaría escondido bajo las apariencias de la vida cotidiana», explica a los micrófonos de Radio Vaticana el cardenal Poupard.

«Se trataría –añade comentando el documento «Jesucristo, portador de agua viva. Una reflexión cristiana sobre el New Age»– como de una “revelación” del yo profundo que sería accesible a través de ciertas técnicas, un paradigma nuevo, un mundo nuevo, la respuesta decisiva a la espera milenaria de la humanidad».

Según el purpurado, para responder a los desafíos que plantea la Nueva Era, la Iglesia puede ayudar a las personas a reencontrar la dimensión personal de la salvación en el encuentro salvífico con Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, esto es, «encontrar a Cristo como portador del agua viva».

Ello respondería a la profunda sed que hoy existe, puesto que «muchos están a la búsqueda, tienen sed de Dios, una sed de una verdadera agua viva». Todo el esfuerzo de la Iglesia está «en presentar este agua viva que mana del corazón de Cristo traspasado en la Cruz», explicó.

La importancia radica en comunicar una visión de la fe cristiana «que propone un encuentro concreto, no de cosas abstractas, de ideologías. Cristo es experimentado –afirmó el cardenal Poupard–, hallado en la Palabra de Dios, se le encuentra en los Sacramentos, en la gracia de la Eucaristía, en la comunidad cristiana».

Ésta última debe reencontrar el sentido de ser una auténtica comunidad, «porque la esperanza verdaderamente dramática de muchas personas está en encontrar una respuesta a sus interrogantes y hallar también el calor que a menudo no encuentran», insistió el presidente del Consejo Pontificio de la Cultura.

De acuerdo con el cardenal Poupard, este tipo de movimientos «nunca convierten a los “paganos”, sino a aquellos cristianos que no han encontrado respuesta a sus incertidumbres».

«Hay que ser claros: hay gente que busca paz interior, armonía consigo misma y con el universo, pero que querrían una religión sin lágrimas –puntualiza–. Hay que reconocer que la Buena Nueva de Cristo implica el único camino hacia la verdadera felicidad».

Citando a Bossuet –«Todos los hombres buscan la felicidad y toda la infelicidad del mundo viene del hecho de que no la buscan donde la podrían hallar»–, el cardenal Poupard invita a analizar honradamente qué es lo que se ofrece en las catequesis, en las celebraciones litúrgicas y en la vida de la parroquia.

«¿Qué ofrecemos? ¿Ofrecemos de verdad a Jesucristo, portador del agua viva?», concluye.

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ZENIT Staff

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