La familia: prioridad para los gobernantes; según el Papa

Propuesta a políticos de Roma y de la Región del Lazio

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 enero 2002 (ZENIT.org).- La familia, especialmente la más necesitada, debe ser hoy la prioridad de los gobernantes, aseguró Juan Pablo II al encontrarse este lunes con políticos de Roma.

«Es particularmente urgente ayudar a las jóvenes parejas para que sean capaces de afrontar con serenidad el matrimonio y asumir sus propias responsabilidades en la educación de los hijos», propuso el Santo Padre.

En la audiencia con motivo del nuevo año, participaba el alcalde de la ciudad de Roma, Walter Veltroni (centro-izquierda), así como el presidente de la Región del Lazio, a la que pertenece la Ciudad Eterna, Francesco Storace (centro-derecha).

Ambos representaban a más de 5 millones 200 mil habitantes del Lazio, entre los que se encuentran los residentes en la capital italiana, 2 millones 600 mil.

El pontífice aplaudió las medidas legislativas que en el pasado año aprobó la Región destinadas a ofrecer ayudas «a favor de la familia fundada sobre el matrimonio, que representa el fundamental marco de referencia de las personas y de toda la comunidad».

Junto a la familia, el pontífice explicó que las prioridades de los gobernantes deben tener en cuenta la situación de «los niños, los muchachos y jóvenes». En este contexto, pidió que las autoridades reconozcan «la función social y educativa de las parroquias».

Situaciones difíciles
Por lo que se refiere a la situaciones de personas menos favorecidas, el Papa pidió prestar atención, en primer lugar, «a los problemas ligados al envejecimiento de la población» para «tutelar a los ancianos, en particular a los que se ven obligados a vivir solos, para que al menos no les falten los servicios esenciales».

En segundo lugar, exigió que los gobernantes afronten la situación «de parcial o total pobreza y marginación», constituida «en un elevado porcentaje por inmigrantes».

Juan Pablo II exigió en este sentido que las administraciones regionales y locales presten particular atención a ofrecer «un servicio sanitario eficiente y respetuoso de la dignidad de la persona». En este sentido, exigió también la contribución de las instituciones católicas.

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ZENIT Staff

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