La fe del pueblo lituano resurge en la Colina de las Cruces

Los franciscanos convierten este lugar de sangre en un nuevo monasterio

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VILNIUS, 10 julio (ZENIT.org).- La famosa Colina de las Cruces de Lituania acoge desde el sábado pasado un monasterio franciscano que a partir de ahora acogerá a los miles de peregrinos europeos que acuden todos los años para visitar este singular lugar de devoción.

Fue inaugurado por el nuncio apostólico en los Países Bálticos, el arzobispo Erwin Josef Ender, y por el obispo de Siauliai, monseñor Eugenijus Bartulis.

La Colina de las Cruces es también conocida con el nombre de «Gólgota lituano». Las primeras cruces fueron colocadas hace más de un siglo, después de la insurrección contra los rusos de 1863, suprimida en un baño de sangre. A inicios de los años sesenta había más de 10 mil cruces, muchas de las cuales recordaban a los mártires que dieron su vida por la fe durante las persecuciones comunistas. Pero aquel monte de cruces comenzó a molestar a las autoridades comunistas, que en varias ocasiones las quemaron. Pero, una tras otra, todas fueron colocadas de nuevo.

Tras una operación bien preparada por la policía, en abril de 1973 todas las cruces volvieron a ser destruidas. En una noche del mes de mayo sucesivo, salió desde Siauliai una procesión clandestina: muchachos y muchachas, rezando el rosario, llevaron a espaldas una cruz gigantesca. Los agentes trataron de interceptar inútilmente la procesión.

Tras el atentado de 1981 contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, se colocó una cruz en la que se recogían las esperanzas y temores de este pueblo: «Cristo Rey, protege al Papa». La batalla por colocar y abatir las cruces continuó en los años siguientes, hasta que el poder de los enemigos de las cruces se derrumbó con la Unión Soviética.

Juan Pablo II llegó en peregrinación a la Colina de las Cruces en 1993. Al ver el espectáculo que ofrecía la perseverancia en la fe de este pueblo afirmó: «Habría que hacer que venga aquí Europa y todo el mundo».

Antes de la celebración eucarística de inauguración del monasterio, se leyó un mensaje del mismo Papa dirigido al padre Giacomo Bini, ministro general de los Frailes Menores Franciscanos y a los participantes en la inauguración del nuevo monasterio. La celebración se convirtió en una gran fiesta para los católicos lituanos. Contó con la participación de las principales autoridades de esta República Báltica.

En el monasterio residirán algunos frailes encargados de atender a los peregrinos. Pronto se trasladará aquí el noviciado de la provincia franciscana de Lituania.

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ZENIT Staff

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