«La franja de Gaza se ha convertido en un campo de concentración»

Misión de paz en Tierra Santa de la asociación Juan XXIII

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ROMA, 22 febrero 2002 (ZENIT.org).- Tres enviados de la «Operación Paloma en Israel» de la asociación italiana Juan XXIII han ido a Tierra Santa para pasar un mes en «misión de paz entre las dos partes en conflicto».

Este viernes han trazado un primer balance de su estancia en medio del conflicto, en las páginas del diario italiano Avvenire.

«Vivimos desde hace más de 20 días en la zona más densamente poblada y más pobre del mundo –relatan Alberto Capannini, Fabrizio Bettini y Andrea Pagliarani–. Desde hace más de un año, ningún palestino puede salir de aquí».

«Bajo los bombardeos diarios –explican–, la franja de Gaza se ha convertido en un campo de concentración de 40 kilómetros de largo y 7 de ancho, con más de un millón de habitantes. Los cinco mil israelíes que viven aquí, superprotegidos, usan el 40% del agua y una cantidad incomparablemente mayor de tierra que la de los palestinos».

«Las excavadoras no se detienen nunca, destruyendo casas, olivares y plantaciones palestinas demasiado cercanas a las casas de los colonos», añaden los testigos.

La Asociación Juan XXIII ha sido fundada por el padre Oreste Benzi. Se dedica a evangelizar a personas en dificultades, en particular, prostitutas (ha rescatado a centenares de la esclavitud del mercado del sexo), personas sin techo, etc.

«Mucha gente se ve obligada a vivir bajo una tienda –añaden los enviados de paz del padre Benzi–, tras abandonar sus casas destruidas por las bombas o las excavadoras».

Los mensajeros cuentan que se han encontrado en la calle con una señora, quien les dijo: «Yo y mi familia hemos sido expulsados por tercera vez: por la guerra de independencia israelí de 1948, por la guerra de los Seis Días del 1967, y la última vez hace poco más de un mes».

«En enero pasado –cuenta la señora–, estabamos todos durmiendo, cuando a las dos de la madrugada los soldados del Ejército israelí nos obligaron a salir de nuestra casa a toda prisa, sin
dejarnos llevar nada. Llegaron las excavadoras y destruyeron todo».

Los mensajeros de la Juan XXIII siguen su relato: «Un chaval nos lleva a ver dónde estaba antes la casa de su familia y, para guiarnos al campo de refugiados, alza un trapo blanco, sin el cual los militares que nos controlan desde la torreta podrían disparar».

Los enviados de la «Operación Paloma» se han entrevistado también con varios representantes israelíes de grupos pacifistas, asociaciones humanitarias y autoridades.

«Nuestro objetivo como voluntarios –concluyen los tres enviados– es el de vivir al lado de estas personas para compartir su sufrimiento y para decir que el terrorismo no se combate con las bombas sino con el reconocimiento de los derechos y de la dignidad de todos, también de los enemigos».

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ZENIT Staff

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