La humanidad no se creó para el mercado, sino el mercado para la humanidad

Conferencia de lord Jonathan Sacks en la Universidad Pontificia Gregoriana

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ROMA, miércoles 14 de diciembre de 2011 (ZENIT.org).- “La humanidad no fue creada para servir a los mercados. Los mercados fueron creados para servir a la humanidad”. Así lo ha declarado lord Jonathan Sacks, rabino jefe de las Congregaciones judías unidas de la Commonwealth, durante una conferencia pública en la Universidad Pontificia Gregoriana, el lunes 11 de diciembre.

Sacks explicó que el sistema de libre mercado y de la economía capitalista fue generado por la cultura judeocristiana, por este motivo el futuro económico, político y cultural de Europa dependerá de la atención a la propia alma y a las propias raíces religiosas.

Refiriéndose a la relación entre judíos y cristianos, el rabino jefe recordó que todo cambió el 13 de junio de 1960, cuando el historiador judío francés se reunió con Juan XXIII.

A propósito del encuentro mantenido por la mañana con Benedicto XVI, lord Sacks dijo que hace medio siglo los judíos y los cristianos elegieron el diálogo cara a cara. Ahora ha llegado el tiempo en el que la colaboración entre judíos y cristianos se haga realidad poco a poco.

“Los judíos junto a los cristianos –destacó- pueden enfrentarse a la secularización de Europa”. Según lord Sacks, Europa está perdiendo sus raíces judeocristianas, con consecuencias inimaginables en la literatura, arte, música, educación y política.

“Cuando una civilización pierde su fe, pierde su futuro. Cuando recupere su fe, recuperará su futuro”, sostuvo el rabino jefe.

“Por el bien de nuestros hijos y de sus hijos no nacidos todavía –añadió- nosotros, judíos y cristianos, juntos, debemos renovar nuestra fe y su voz profética. Debemos ayudar a Europa a encontrar su alma”.

Para explicar la peculiaridad cultural de Europa, el rabino jefe explicó que el corazón de la cultura está en la religión, y este es el motivo por el que Occidente se ha distinguido por el desarrollo y el progreso.

Lord Sacks recordó que China ya era tecnológicamente mucho más avanzada que Occidente antes del siglo XV. Los chinos inventaron la brújula, el papel, la imprenta, la pólvora, la porcelana, las máquinas para hilar y tejer. Pero no habían desarrollado una economía de mercado, no tuvieron una revolución industrial o un crecimiento económico sostenido. En China faltaba la herencia judeocristiana.

A propósito de la contribución judía a la cultura económica, el rabino puso de relieve que aunque los judíos eran menos del 5% de la población del mundo, han ganado más del 30% de los premios Nobel de Economía. Por ejemplo, John von Neumann, Milton Friedman, Joseph Stiglitz, Daniel Kahneman y Amos Tversky.

“El José de la Biblia –sugirió- podría haber sido el primer economista del mundo, descubriendo la teoría de los ciclos comerciales: siete años de abundancia, seguidos de siete años de vacas flacas”.

“Y el estado financiero de Europa –añadió- sería mejor hoy si la gente conociese más el contenido de la Biblia”.

Para lord Sacks, la tradición judeocristiana encarna valores fundamentales como el profundo respeto por la dignidad humana, ya que viene del mandato bíblico de “creado a imagen y semejanza de Dios”.

Y después, el respeto por la propiedad privada y el gran aprecio por el trabajo. Dios le dijo a Noé que sería salvado pero que tenía que construir el arca.

En este contexto, la creación de puestos de trabajo es la forma de caridad más alta porque le da a la persona la dignidad y la libertad de no estar a cargo de nadie.

“En el judaísmo –destacó el rabino jefe- hay una actitud positiva hacia la creación de la riqueza, que responde a la colaboración con la obra creadora de Dios”.

“Para el judaísmo –añadió- la característica más importante del libre mercado es la capacidad de aliviar los efectos negativos de la pobreza”.

“La escuela rabínica –explicó lord Sacks- es favorable al libre mercado y a la competencia porque genera riqueza, precios más bajos, amplía la libertad de elección, reduce los niveles de pobreza, extiende la atención al medio ambiente por parte de la humanidad, restringe la medida en la que somos víctimas pasivas de las circunstancias y del destino. De este modo la libre competencia libera energías creativas y sirve al bien común”.

Por estos motivos, la economía de mercado y el capitalismo moderno surgen en una cultura judeocristiana. De este modo, Europa ha desarrollado su propia cultura y su propia espiritualidad de una forma admirable; siendo la ética religiosa una de las formas que impulsaron esta nueva forma de creación de riqueza.

Lord Sacks continuó afirmando que en la Biblia se encuentra la estructura de la legislación social, con las medidas de ayuda a los pobres, de deudas canceladas, los esclavos liberados en el año jubilar en el que la tierra se restituía a los propietarios originales.

“En la Biblia –precisó- se encuentra un sistema social altamente sofisticado, en el que se afirma que los pobres deben disponer de medios de sustento, y que cada siete o más años la tierra y las riquezas se redistribuyen para corregir los desequilibrios de los mercados y establecer una equidad”.

El rabino jefe concluyó afirmando: “Ha llegado el momento de recuperar una ética de la dignidad humana hecha a imagen de Dios. Cuando Europa recupere su alma, recuperará su riqueza. Pero antes debe recordar que la humanidad no fue creada para servir a los mercados. Los mercados fueron creados para servir a la humanidad”.

Por Antonio Gaspari

Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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