La Iglesia ante el trauma post-aborto y los bancos de cordón umbilical

Análisis en la Academia Pontificia para la Vida

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La XVII asamblea de la Academia Pontificia para la Vida, clausurada este sábado por Benedicto XVI, se ha concentrado en dos cuestiones de gran relevancia ética que interpelan a la Iglesia: el trauma post-aborto y los bancos de cordón umbilical.

Su presidente, el obispo Ignacio Carrasco de Paula, explicó al inicio de la audiencia papal, que este análisis se hace a la luz del magisterio pontificio, «una luz indispensable y un fuerte aliento a trabajar cada vez más al servicio no tanto de una idea abstracta, sino de sujetos concretos, es decir, de personas, de seres vivos, hombres –nacidos y no nacidos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, sanos o enfermos–, con los que nos encontramos todos los días».

Por este motivo, dijo al pontífice el prelado español, «siguiendo su consejo hemos tratado de ampliar la perspectiva de la razón, adentrándonos más allá del dato científico inicial, para profundizar en esa dimensión específica trascendente que nos revela la presencia de Dios».

A los bancos de cordón umbilical se dedicó la sesión del 25 de febrero por la mañana, y al trauma post-aborto la de la tarde de ese mismo día.

Bancos de cordón umbilical

Monseñor Jacques Suaudeau, de la sección científica de la Academia Pontificia para la Vida, analizó la definición de células madre de cordón umbilical y su utilización en la medicina, subrayando la necesidad de que sean conservadas para poder ser utilizadas, dado que su uso no provoca la eliminación de vidas humanas, y es compatible con la ética.

«La multiplicación de bancos de cordón umbilical en el mundo y la necesidad de un procedimiento uniforme para su extracción y conservación han llevado a la creación de la organización Netcord», asociación de bancos de sangre de cordón umbilical en todo el mundo, informó.

El objetivo del Netcord es aprovechar las sinergias entre los bancos y crear un registro de unidades de sangre de cordón que estén disponibles para los hospitales que las soliciten para sus trasplantes.

Esta institución ha dado vida a la Netcord Foundation for the Accreditation of Cellular Therapy (Fact), que ha acreditado 18 bancos en doce países, ilustró el prelado.

El profesor español Justo Aznar, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir» dedicó su intervención a comparar los bancos públicos de cordón umbilical con los privados.

Por su parte, Carlo Petrini, de la Unidad de Bioética del Instituto Superior de Salud italiano, analizó la legislación europea sobre los bancos de cordón umbilical reconociendo que todavía hoy «hay amplias áreas en las que las autoridades competentes pueden interpretar y actuar de maneras diferentes a lo que las directivas europeas prescriben». Por este motivo, «no en todas las naciones se han adoptado normativas sobre bancos de cordón umbilical».

 

Trauma post-aborto

Para afrontar el problema del trauma post-aborto se invitó a participar a la presidente del proyecto «La viña de Raquel», Theresa Burke, iniciativa destinada a dar asistencia a las mujeres que han abortado voluntariamente, surgida en Estados Unidos y ahora extendida también en Europa.

El trauma del aborto, indicó monseñor Carrasco al comenzar las sesiones de trabajo «tiene seguramente consecuencias a nivel colectivo y en primer lugar en la familia».

El prelado quiso precisar que ante problemáticas derivadas de una interrupción procurada del embarazo no se puede hablar de «síndrome», porque un síndrome es  «un concepto clínico muy preciso».

Ahora bien, añadió, «existen consecuencias», que pueden ser «traumáticas y comportar situaciones de dificultad psicológica graves incluso en ámbito familiar».

Según los datos de la Organización Mundial de la Sanidad, los abortos en el mundo son aproximadamente 42 millones cada año.

Sor Marie-Luc Rollet, en las sesiones de trabajo, presentó las teorías y la realidad del trauma post-aborto, mientras que Joanne Angelo, siquiatra de Boston, analizó la prevención y la atención a esta experiencia dramática.

La Academia Pontificia para la Vida fue creada por Juan Pablo II en 1994 con el objetivo de «estudiar» los problemas referidos a la promoción y defensa de la vida humana; «formar» en la cultura de la vida; e «informar» sobre estos temas de manera clara y oportuna.

Más información en http://www.academiavita.org

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ZENIT Staff

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