La Iglesia australiana se moviliza en favor de los inmigrantes

«Migración: peregrinación de fe y de esperanza». Católicos deben elevar el nivel del debate sobre el tema

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La Conferencia de los obispos australianos en su mensaje por la Semana Nacional de los Migrantes y los Refugiados indica que “los migrantes y los refugiados representan una invitación de carácter ético y no simplemente económico o de seguridad nacional”.

El evento que va del 19 al 25 de agosto y que se realiza en Australia, con el título «Migración: peregrinación de fe y de esperanza», profundize el tema que fue escogido por Benedicto XVI para en la 99 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebró el 13 de enero de este año.

El mensaje de la iglesia en Sydney, firmado por el delegado episcopal de la Pastoral de los migrantes, Mons. Gerard Hanna, obispo deWagga Wagga, explica: «La comunidad católica tiene el deber de elevar el nivel de la discusión sobre los migrantes y los refugiados, alejándolo del debate puramente económico o relacionado a la seguridad nacional, para concentrarse más bien sobre la dimensión ética, sobre el bien de las personas y de sus derechos inalienables”.

“El respeto debido a los migrantes y a los refugiados -prosigue el mensaje- comporta graves responsabilidades” y es por esta razón que “los individuos, las parroquias y todas las entidades católicas tienen que lanzar programas de sensibilización, con el fin de dar a conocer las causas de las migraciones”.

Y reitera la necesidad de una respuesta eficaz porparte de las autoridades, sean locales que nacionales. Mons. Hanna subraya además: “La iglesia no tiene que olvidar la dimensión religiosa de los migrantes, de quienes piden asilo y de los refugiados». Y no sólo: “en de numeroso casos los migrantes que llegan en los países de recepción provienen de jóvenes comunidades católicas activas y algunos de entre ellos, en su país, eran catequistas”.

Por esta razón, monseñor Hanna invita a velar para que los migrantes “puedan compartir con los demás fieles la riqueza de su propia fe”, y concentrarse sobre la motivación que les ha empujado a migrar: la guerra, la pobreza, el desempleo, el hambre, la enfermedad, la opresión.

La primera solución que propone la Iglesia  es “delegar las responsabilidades a los gobiernos y a las organizaciones internacionales” y eso comporta “la necesidad de una mayor cooperación entre los países de origen de los migrantes y los países de recepción”. Una colaboración posible sólo si “la dignidad de la persona humana, con los derechos inalienables que tiene es considerada una prioridad no negociable, sea en los lugares de origen de los migrantes que en los países donde les les acogen”.

Asimismo, indica que “el derecho fundamental de pedir el asilo nunca puede ser rechazado cuando son personas que temen por su vida, y estas últimas no tendrían que ser arrestadas”.

La conferencia de los obispos australianos pone además una pregunta al corazón de los creyentes: “¿Qué puedo hacer yo?” para entender mejor las dificultades y las esperanzas.

“Reflexionar sobre la migración, considerada como una peregrinación – prosigue el mensaje- significa tomar conciencia que los migrantes y los refugiados abandonan sus casas con fe y esperanza”.

Y en lo que queda del Año de la Fe, concluye la iglesia australiana, es necesario rezar para que “la fe y la esperanza puedan inspirar a las comunidades católicas a vivir unidas en communión con los migrantes”.

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ZENIT Staff

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