La Iglesia católica en China está superando la división forzada

Entrevista con el periodista y misionero Bernardo Cervellera

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CHINA, 24 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Bernardo Cervellera, misionero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, director de Asianews y ex director de la agencia Fides, considera que la Iglesia católica está superando en China la división que provocó el régimen comunista con la así llamada Iglesia patriótica.

En su nuevo libro «Misión China – Viaje en el Imperio entre mercado y represión», (publicado por el momento en Italia «Missione Cina. Viaggio nell’Impero tra mercato e repressione»), el sacerdote presenta una visión sobre el terreno de la evolución del país, desconocida en algunos aspectos para el gran público.

Así lo explica en esta entrevista concedida a Zenit.

–¿Cuál es la situación de China en estos momentos?

–Bernardo Cervellera: China atraviesa una de las transiciones políticas y sociales más grandes de su historia: de ser un país ultra comunista se está convirtiendo en un país de capitalismo salvaje. Esto está provocando cambios en la mentalidad y en las costumbres, especialmente entre los jóvenes. Al mismo tiempo, por primera vez desde la toma del poder del comunismo, entre noviembre de 2002 y marzo de 2003, se ha dado un cambio sin violencia de los líderes del Partido y de la nación.

–¿Cuáles son los desafíos que tienen que afrontar estos nuevos líderes?

–Bernardo Cervellera: La diferencia entre ricos y pobres, el desempleo en las ciudades y el abandono del campo, la modernización de la producción y del comercio para poder mantener la competencia internacional.

El enorme desarrollo técnico y comercial es contrastado por un mísero desarrollo en el campo de los derechos humanos y de la libertad religiosa. Y sin embargo las religiones viven un gran momento de desarrollo, gracias a la crisis del materialismo comunista y a la incipiente crisis del materialismo consumista. La religión podría convertirse en el motor de un desarrollo armónico del país más poblado del planeta.

–Pero, ¿no cree que el crecimiento económico podría hacer olvidar el vacío espiritual?

–Bernardo Cervellera: China tiene una economía que parece estar desbordante de salud. El Producto Interior Bruto del año pasado creció en un 8,5%… Pero esta riqueza está en mano de pocos, mientras el pueblo está esclavizado con sueldos de hambre. En estos momentos hay 170 millones de desempleados sin seguridad social. El servicio sanitario ha dejado de existir. La escuela está abandonada a su suerte y la libertad de asociación es negada, a pesar de haber firmado las convenciones de la ONU y de los compromisos asumidos por el gobierno.

–¿Y la cultura china?

–Bernardo Cervellera: El Imperio Celeste, lleno de benevolencia, arte, cultura, que tanto fascinaba a Occidente, ha dejado de existir. Hoy China es gobernada por una clase dirigente corrupta y sin escrúpulos que ha abandonado a nivel económico el comunismo, pero que sigue manteniendo el mismo control de la población. Nos encontramos ante un nuevo imperio despiadado.

–¿Cómo es la situación de los creyentes?

–Bernardo Cervellera: Si bien el poder trata de sofocarlo y negarlo, se está dando un fenómeno excepcional: el crecimiento de la experiencia religiosa, sobre todo la cristiana.

Se calcula que los bautismos son unos dos millones al año, a pesar de que la Iglesia sigue siendo perseguida. Otro hecho poco conocido es el de la recomposición de la división de la Iglesia católica en China. Al menos el 85% de los obispos de la Iglesia patriótica (controlada por el régimen, al que éste trata de imponer la independencia de Roma) trabaja en estos momentos con la Iglesia clandestina y se considera en comunión con el Papa.

–Ante ciertos abusos, algunos países piden un embargo económico o impuestos contra los productos chinos.

–Bernardo Cervellera: Yo no pondría impuestos a los productos chinos. Haría presión en el terreno de los derechos civiles, pidiendo que se garantice la libertad de asociación, la libertad de culto y los derechos humanos, servicios sociales, condiciones de trabajo adecuadas, servicios sanitarios y libertad de educación.

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación