La Iglesia condena el durísimo estallido de violencia en Perú

Los representantes eclesiales comentan las violentas protestas de indígenas

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LIMA, domingo, 7 junio 2009 (ZENIT.org).- «Hay una cultura de violencia que jamás puede estar avalada por la Iglesia», ha aclarado el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, al comentar las violentas protestas de indígenas en la selva norte de Perú que han provocado 34 muertos, de los cuales 23 son policías y 11 son civiles, según un balance oficial.

Una condena de la violencia también ha sido emitida en un comunicado conjunto por monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, OFM., arzobispo de Trujillo y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, así como por la doctora Beatriz Merino Lucero, defensora del Pueblo.

El cardenal Cipriani, en su programa radiofónico «Diálogo de Fe», del sábado 6 de junio, señaló que el diálogo siempre es bueno en la medida que la verdad está encima de la mesa, el diálogo por el diálogo no sirve, el diálogo que busca la verdad y que procura dejar fuera las ventajas políticas permite llegar a soluciones justas.

«Creo que más de una persona y un grupo debería hacer un examen de su actitud en los últimos meses, para ver si no ha sembrado violencia y el maltrato con algunos comunicados, reuniones, mesas de diálogo o conferencias», añadió.

En ese sentido, el cardenal Cipriani pidió a Dios, Príncipe de la paz que ayude a los peruanos a tener la cabeza fría, el corazón en su sitio y a deponer situaciones de ventajas políticas para tratar de pasar esta situación tan complicada que se vive en estos días en el país.

«Mi cercanía con las comunidades nativas en sus tradiciones y su cultura, pero no en su violencia. Es el momento de hacer un análisis y un examen en profundidad de quienes han actuado intermediando entre las comunidades y estas mesas de diálogo», indicó.

El Arzobispo de Lima expresó que hay muchísimos nativos que están al margen de esta discusión política, nativos muy respetables y muy buenos que sólo obedecen a sus normas y a sus códigos de conducta, pero hay intermediarios entre ellos y la civilización más moderna.

«Esos intermediarios tienen una gravísima responsabilidad que no se justifica y que no sé como la han manejado. Esa intermediación con esas comunidades nativas es muy importante que asuman sus responsabilidades, porque sino transmiten falsedades y manipulan a su antojo», añadió.

El cardenal Juan Luis Cipriani exhortó a respetar las tradiciones y costumbres de los habitantes de la selva, y animó a las autoridades a buscar «un camino intermedio en que respetando, esas costumbres y tradiciones, sea factible hacer unas inversiones y unas mejoras».

Indicó que se debe evitar «la polarización que se está dando por un sesgo ideológico».

Las polarizaciones de tipo político que están ocurriendo no están unidas a una visión de mediano plazo, sino de muy corto plazo y van en perjuicio del país en su conjunto.

Por otra parte, mencionó que también ha faltado una mayor seriedad por parte de las instituciones del gobierno para encarar esta situación con más seriedad desde el primer momento.

«No quiero dividir sino unir, pero evidentemente ante un hecho tan doloroso, me uno con mi oración y con el cariño a estas familias que han perdido a sus seres queridos», expresó el arzobispo de Lima.

También expresó su oración y su cercanía con toda la familia policial: «Mi respeto y mi respaldo a esos hombres que han muerto defendiendo el orden y defendiendo las órdenes que han recibido».

El pronunciamiento del Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana y la Defensoría del Pueblo sobre los últimos hechos de violencia sucedidos en la Selva Peruana lleva por título: «¡Alto a la violencia!».

En el documento, los representantes de las dos instituciones monseñor Cabrejos Vidarte y la doctora Merino Lucero, «lamentan profundamente el desenlace violento que viene ocurriendo en el departamento del Amazonas, ciudades de Bagua Chica y Bagua Grande, entre otras, que ha ocasionado la muerte de civiles y policías y un saldo de varios heridos».

«La vida es un valor supremo que en cualquier circunstancia debe ser protegida y privilegiada, tanto la de nuestras comunidades nativas históricamente desatendidas, como las que quienes, en cumplimiento de su deber constitucional, procuran el restablecimiento del orden», afirma el documento.

«Hacemos un clamoroso llamado a la serenidad y demandamos que, de manera inmediata, cesen los enfrentamientos entre compatriotas. Es urgente que se atienda sin distinción a las personas heridas y a las que se encuentran en riesgo y que se proceda en el más breve plazo a restablecer el canal del diálogo, que nunca debió ser interrumpido, y que debe ser utilizado como la única vía para resolver pacíficamente los conflictos», aclara.

La Conferencia Episcopal y la Defensoría del Pueblo «conscientes de nuestro deber de protección de la vida y de los derechos fundamentales de las personas», exhortan a todas las autoridades y dirigentes «a optar por el diálogo y la paz» y manifiestan su total disponibilidad «para colaborar en lo que nos sea requerido, a fin de devolver la tranquilidad a las poblaciones afectadas y a todo el Perú».

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ZENIT Staff

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