La Iglesia debe acercarse con amor a quienes no pueden comulgar

No significa que estén excomulgados, recuerda el cardenal Herranz

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 11 octubre 2005 (ZENIT.org).- La Iglesia debe tratar con amor a aquellas personas que por su situación personal no pueden acercarse a comulgar, pidió el cardenal Julián Herranz al tomar la palabra en el Sínodo de los Obispos.

El presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos explicó que no comulgar no significa estar excluido de la Iglesia y mucho menos excomulgado.

El cardenal español recordó que hay «requisitos personales que limitan tal derecho: la necesidad del estado de gracia para recibir la sagrada Comunión, que debe juzgar el interesado, tiene también algunas expresiones externas que interpelan a los sagrados pastores».

Según escribió Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia, «en los casos de un comportamiento externo grave, abierta y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al Sacramento, no puede mostrarse indiferente».

«A esta situación de manifiesta indisposición moral se refiere la norma del Código de Derecho Canónico que no permite la admisión a la comunión eucarística a los que «obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave»», escribía el Papa Karol Wojtyla.

El cardenal Heranz explicó que «esta norma se refiere a una gran diversidad de situaciones irregulares: todas, sin embargo, deben observarse con amorosa paciencia y solicitud pastoral, para tratar de que sean regulares y para evitar que ningún fiel se aleje de la Iglesia, o que, más aún, se considere excomulgado, por el solo hecho de no poder recibir la Comunión».

El purpurado recogió por último al tomar la palabra ante la asamblea este lunes las quejas de muchos fieles «por no poder casi nunca encontrar confesores, aunque no falten sacerdotes en la parroquia», así como de los informes que hacen de «abusos y banalidades desacralizantes en las celebraciones eucarísticas».

Otros bautizados, añadió, «sufren porque –contrariamente a las normas canónicas sobre el culto público– las iglesias, excepto durante las celebraciones comunitarias, están siempre cerradas y no pueden quedarse en adoración ante el Santísimo Sacramento».

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ZENIT Staff

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