La Iglesia debe descubrir el profundo lenguaje de los sordos

El portavoz vaticano comenta los resultados de un congreso

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CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 22 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El congreso que se acaba de celebrar en el Vaticano con la participación de personas que no pueden oír ha servido para que la Iglesia descubra o redescubra la profundidad de la lengua de los signos que estas personas utilizan, reconoce el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha comentado en el último número de «Octava Dies», semanario del Centro Televisivo Vaticano, la Conferencia Internacional «¡Effetá! La persona sorda en la vida de la Iglesia», promovida por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Operadores Sanitarios, que Benedicto XVI clausuró el 20 de noviembre.

«He visto a una pareja joven de esposos: hablaban entre ellos continuamente con la lengua de los signos: él es sordo, ella es su oído y su voz para la comunicación con los demás. Hace falta tiempo y paciencia para comunicar, pero ciertamente no se trata de una comunicación tan apresurada y superficial como la comunicación a la que estamos acostumbrados», revela el padre Lombsardi.

«Es una comunicación que procede de lo profundo y pasa a través de un extraordinario compromiso de amor», explica al rememorar el ambiente de esta conferencia celebrada en el Vaticano con la participación de sacerdotes comprometidos «para que los signos sacramentales superen el muro de silencio que aprisiona a la persona que no puede oír» y unos noventa sordos.

El encargado de la comunicación vaticana reconoce que «quizá se hablará poco» de este encuentro. «Hay otros problemas en la vida de la Iglesia que movilizan la curiosidad de los medios de comunicación. Pero nosotros pensamos que esto es importante», asegura.

«No olvidaremos las oraciones y los cantos expresados con el movimiento de las manos, el discurso del Papa traducido con la lengua de signos. Los creyentes saben que en el juicio final, el Señor, que en la tierra abrió los oídos de los sordos y desatado la lengua de los mudos, les preguntará: ‘No oía, ¿y me habéis permitido escuchar? Era mudo, ¿me habéis ayudado a hablar?’. Son las preguntas sobre las que vale la pena reflexionar», concluye el portavoz.

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ZENIT Staff

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