La Iglesia en Colombia llama a la reconciliación, perdón y defensa de la vida

Diócesis de Apartadó denuncia la muerte por hambre de 12 niños

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BOGOTÁ jueves, 29 marzo 2007 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), reiteró este miércoles, con motivo de la Semana Santa 2007, su llamamiento a defender la vida y la dignidad de cada ser humano, así como a la reconciliación, el perdón, la sana convivencia entre las personas y la solución dialogada de los conflictos.

En el mensaje titulado «Tiempo de gracia, de reconciliación y de paz», monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja y presidente de la CEC, insiste en la defensa de la vida «regalo del amor de Dios».

Invita a defender la vida humana, atropellada por expresiones como asesinatos, secuestros, terrorismo, violencia, narcotráfico, corrupción, promoción y defensa del aborto.

Asimismo, el mensaje anima a los colombianos a promover la ecología y la reconciliación con la naturaleza, apoyando campañas como la que busca el cuidado de la Palma de Cera y su no utilización para las celebraciones del Domingo de Ramos.

«En cuanto a garantizar una buena calidad de vida para todos es impostergable la lucha contra la pobreza, la injusticia y la inequidad. El derecho primero y fundamental de todo ser humano es la vida, garantía del respeto de todos los demás derechos», afirma el documento.

El presidente de la CEC agrega: «No es posible una sociedad en paz, sin la decisión firme de poner fin a toda clase de conflictos. Mientras éstos existan serán pocas las posibilidades de un desarrollo integral y la vida estará siempre amenazada».

Por otra parte, una docena de niños indígenas murieron este año por hambre en el departamento selvático del Chocó, mientras que otros siete están hospitalizados por la misma causa, denunciaron ayer fuentes de la Iglesia Católica en el noroeste de Colombia.

Los doce niños pertenecían a las comunidades del pueblo aborigen de los Emberá Chamí en seis aldeas de esa región, precisó el Secretariado de Pastoral Social de la diócesis de Apartadó a través de un comunicado.

El Secretariado advirtió que el problema del hambre forma parte de una «grave crisis de salud pública» que afrontan desde 2003 los asentamientos indígenas de la región colombiana del Bajo Atrato por la propagación de la tuberculosis.

Desde entonces, cuatro aborígenes han fallecido por esta enfermedad, dos la contrajeron y catorce más «presentan un cuadro sintomático asociado» a la tuberculosis, informó la Pastoral Social en Apartadó.

A ninguno de ellos, continuó la fuente, «se les ha hecho tratamiento porque no se cuenta con el personal médico disponible para hacerles un seguimiento médico durante cinco meses».

El Secretariado de Pastoral Social destacó que «a esto se suma el grave estado de desnutrición aguda, parasitosis, diarrea crónica, deshidratación severa y alteraciones en la piel» que presentan los indígenas, particularmente de la población infantil.

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ZENIT Staff

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