La Iglesia en Colombia quiere impulsar el diálogo para favorecer la reconciliación

Según el documento final del «II Congreso Nacional de Reconciliación»

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BOGOTÁ, 9 mayo 2003 (ZENIT.org).- Los participantes del «II Congreso Nacional de Reconciliación» –celebrado en Bogotá– aprobaron este miércoles un documento en el que la Iglesia en Colombia asume el compromiso público de impulsar un diálogo humanitario para superar la violencia que desangra al país desde hace cuatro décadas.

El vicepresidente de la Conferencia Episcopal colombiana, monseñor Luis Augusto Castro, subrayó en declaraciones a la prensa que se trata de una acción de mediación pastoral, cercanía y promoción de la voluntad de encuentro, y no de una negociación política directa, cosa que es función específica del Estado.

Organizado por el episcopado de Colombia –a través del Secretariado Nacional de Pastoral Social– en el marco del 40º aniversario de la publicación de la encíclica «Pacem in Terris» de Juan XXIII, el encuentro ha reunido a más de 500 participantes para intercambiar experiencias y propuestas sobre la «reconciliación como horizonte de la paz».

«Colombia atraviesa uno de los momentos más críticos»
Los colombianos «no resistimos más las violaciones al derecho fundamental de la vida, expresadas de múltiples formas», afirman los participantes del encuentro en el documento final.

Según constatan, el conflicto armado y la «perversa convivencia con el fenómeno del narcotráfico» han fortalecido «la capacidad militar de los violentos y alejando las soluciones de paz y convivencia y el deseo unánime de un destino común».

La sociedad contempla los desplazamientos forzados, «en especial de las personas y familias más pobres»; mientras, se vive una «crisis generalizada de superposición de intereses privados en detrimento de los públicos», situación que favorece un clima de «desconfianza interna y externa de los actores sociales».

Camino para transformar la realidad colombiana
Con el propósito de «transformar esta realidad en una dinámica de reconciliación que nos acerque a una paz integral y sostenible», los participantes del Congreso subrayan la importancia de impulsar un acuerdo humanitario que solucione el drama de los secuestrados.

Por ello, hacen un llamamiento a las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) y al ELN (Ejército de Liberación Nacional) para que trabajen «con las Comisiones Facilitadoras para obtener tan anhelado objetivo».

«Nos comprometemos –añaden también– a ser facilitadores en procesos de resolución de conflictos, paz y reconciliación de orden local, regional y Nacional».

«Nos comprometemos como Iglesia, e invitamos a hombres y mujeres de buena voluntad a rechazar la violencia y toda forma de mentalidad guerrerista», continúan.

Asimismo, manifiestan su compromiso a «seguir trabajando en los programas pastorales de promoción humana, en el fortalecimiento organizacional, en el impulso a espacios y escenarios de construcción de lo público con amplia participación ciudadana, en programas de cultura de paz y civilidad».

Finalmente, los participantes del congreso expresan su compromiso para «fortalecer la pastoral de la reconciliación social, centrada en la Verdad Liberadora que sana y lleva a la Vida y la justicia como recuperación plena de todos los derechos de las víctimas y La Misericordia como horizonte del Perdón».

«Llamamos la atención a todas las partes comprometidas en el conflicto social y armado en el sentido de que no deben seguir golpeando el país con posturas arrogantes y triunfalistas. El momento actual exige de las partes mucha grandeza humana», concluyen.

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ZENIT Staff

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