BEIRUT, jueves, 20 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Tras el atentado que este miércoles acabó en el Líbano con la vida de un diputado cristiano y de al menos otras cinco personas, la Iglesia ha pedido a los políticos que no destruyan el país y que busquen el bien común.
Los obispos han lanzado un llamamiento a los gobernantes y a los responsables del país a acabar con la destrucción del Líbano por intereses nacionales.
Monseñor Béchara Räi, obispo de Byblos de los Maronitas, a través de las ondas de «Radio Vatiano», ha hecho un análisis de la situación tras el asesinato de Antoine Ghanem, de 64 años, miembro de la mayoría parlamentaria antisiria.
El atentado con dinamita, que provocó 75 heridos, tuvo lugar en el barrio cristiano de Sin el Fil, en el contexto de la preparación de las elecciones presidenciales que se celebrarán la próxima semana.
«Cada vez que nos parece avanzar algo, con la esperanza de salir de este infierno de terrorismo, se vuelve a comenzar todo de cero», confiesa monseñor Räi.
«La gente, por tanto, está cada vez más deprimida y no ve un camino de salida», indica.
El obispo no sabe quiénes son los autores del último atentado, pero denuncia: «sabemos que, por desgracia, detrás se encuentran todos los que no quieren la estabilidad del Líbano. En nuestro país pagamos el precio de un conflicto regional que, sin embargo, hay que enmarcar en una estrategia internacional».
«Hoy se sabe que las consecuencias de la guerra en Irak, que se caracteriza también por una guerra confesional entre suníes y chiíes tienen repercusión en el Líbano», constata.
Por este motivo, para el obispo la solución pasa necesariamente por el diálogo «en lo que se refiere con la parte suní con Arabia Saudí, Egipto, los Estados Unidos y sus aliados, y por lo que se refiere a la chií, con Irán y Siria».
El hecho de que el asesinato tenga lugar pocos días antes de las elecciones presidenciales, sigue diciendo, muestra que «se busca eliminar lo más posible a quienes conforman la mayoría, que se opone a Hizbulá», el Partido de Dios.
Ante esta situación, la Iglesia del país pide «pacificar los corazones, permanecer siempre firmes en la fe, reforzar la unidad».
