La Iglesia en Guatemala reclama un trato humano al emigrante

Denuncia vejaciones ante la Comunidad Internacional

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GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, 15 abril 2003 (ZENIT.org).- La Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal de Guatemala ha expresado su solidaridad con el sufrimiento de miles de migrantes y ha reclamado a la comunidad internacional políticas migratorias que respeten a la persona.

En el documento titulado «El “via crucis” del migrante, camino de la esperanza» –firmado el 4 de abril por el obispo de San Marcos y presidente del citado organismo episcopal, Álvaro L. Ramazzini Imeri– se constata que en la búsqueda de una vida más digna, los migrantes se enfrentan a vejaciones, discriminaciones y racismo.

Según el documento, «las políticas económicas de los gobiernos de la región han reconocido sólo la importancia de la globalización del mercado y la integración de los intereses económicos de grandes corporaciones financieras por medio de los Tratados de Libre Comercio».

Ello ha dejado «a los pobres sin empleos y salarios dignos, sumergiéndolos en una extrema vulnerabilidad por la falta de habilidades laborales especializadas».

«Frente a la falta de políticas económicas de desarrollo equitativo en los países expulsores de migrantes», el texto expresa ante la comunidad nacional e internacional su denuncia por los tratos inhumanos que han sufrido los migrantes por parte de algunos agentes de Inmigración de México y Estados Unidos.

«En las fronteras, a los indocumentados interceptados se les niega consultar a un abogado, familiar o tutor e inclusive solicitar asilo», afirma el documento.

Además, «a consecuencia de la ausencia de derechos y políticas justas, los migrantes sufren a manos de asaltantes y “coyotes” en las zonas fronterizas».

La Pastoral de Movilidad Humana del episcopado guatemalteco denuncia asimismo «las políticas de control fronterizo de los gobiernos», que «han contribuido al abuso e inclusive a la muerte de migrantes en México y en los Estados Unidos».

Ante la realidad expuesta, se pide que los gobiernos «armonicen sus políticas migratorias de forma que se respete la dignidad de los migrantes y se reconozcan las consecuencias sociales de la migración».

En este sentido, las políticas migratorias deberían ser «humanitarias» y tendrían que reconocer «el derecho al “debido proceso” a toda persona migrante, especialmente en el caso de los indocumentados, quienes no gozan de esta protección y pueden ser expulsados por razones arbitrarias».

La Pastoral de Movilidad Humana del episcopado guatemalteco solicita además que los gobiernos que aún no lo han hecho ratifiquen «la Convención Internacional de los Derechos Humanos de los Migrantes, Trabajadores y sus Familiares».

Se trata de «un instrumento internacional que brinda protección a los migrantes en los aspectos de los derechos civiles, políticos, jurídicos, económicos, sociales y culturales», concluye.

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ZENIT Staff

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