La Iglesia en Latinoamérica «necesita de nuevo el fuego misionero de Jesús»

Afirmó el director del Centro Bíblico Pastoral del CELAM

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PUEBLA DE LOS ÁNGELES, jueves, 25 de enero 2007 (ZENIT.org).- Se ha celebrado en Puebla de los Ángeles, México, del 17 al 19 de enero, el Encuentro Misionero Mexicano, en el que participaron responsables diocesanos de misiones, de religiosos y de laicos misioneros, organizado por la Pontificia Unión Misional de México.

En la apertura del Encuentro, en su intervención titulada «El caminar de nuestra Iglesia Latinoamericana y Misionera hacia la V Conferencia», el padre Fidel Oñoro, director del Centro Bíblico Pastoral para América Latina del CELAM (CEBIPAL), alentó la meditación de los participantes con una «lectio divina» sobre Lucas 12,29: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo».

El IV Encuentro Nacional de Animación y Formación Misionera para Sacerdotes, Institutos Religiosos y Laicos Misioneros fue convocado por los padres Guillermo Morales y Carlos Navarrete, director y secretario nacional respectivamente de las Obras Misionales Pontificio-Episcopales de México, congregando más de un centenar de responsables de la animación misionera de México.

En su exposición en la Catedral de Puebla de los Ángeles, el padre Fidel Oñoro hizo un recorrido por las primeras cuatro Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y se detuvo en los antecedentes, desafíos y pasos dados en la preparación de la V Conferencia que tendrá lugar en Aparecida-Brasil.

Subrayó también los puntos de contacto entre la temática de la V Conferencia y la conciencia misionera generada por los COMLA y los Congresos Americanos Misioneros.

El acontecimiento de la V Conferencia fue releído desde la Sagrada Escritura, especialmente desde la motivadora frase de Jesús en Lucas 12,29. El padre Oñoro citó las palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!» (Lucas 12,49).

Afirmó que un elemento esencial de la misión de Jesús «es la misericordia y la liberación con el pecador para reconducirlo a la comunión con Dios y a la justicia con los hermanos».

«Por eso –añadió- suena fuerte y enigmática la frase que ‘He venido a arrojar un fuego sobre la tierra’. ¿No había venido precisamente a traer la paz, a llamar a la gente a una mayor comprensión y a ejercitar la bondad y la misericordia?», se preguntó el padre Oñoro.

«Lo cierto es que la misión de Jesús también está visualizada en el símbolo cósmico, pero también muy apreciado por la Biblia, del fuego. Con él, Jesús describe el fin de su misión y las consecuencias que de ella se derivan», indicó

El ponente destacó que el «fuego» de la misión de Jesús ha sido interpretado tradicionalmente de dos maneras: «Como el fuego del Espíritu Santo que se derrama en Pentecostés; en este sentido Jesús es portador del fuego del Espíritu Santo y con su misión quiere que todos los hombres estén llenos de él».

Y también «como fuego del juicio, tal como lo describió la predicación del Bautista. En ese sentido, la misión de Jesús pone en claro la división entre buenos y malos y este es el punto de partida de la justicia. Ambas interpretaciones son un poco estrechas».

«En la frase –subrayó–, Jesús está diciendo que todo su actuar tiene carácter de fuego. Él viene lleno del Espíritu Santo, el misionero del Padre viene a nosotros como portador de la más íntima vida de Dios. Este Espíritu lo guía en la misión. Ungido por él anuncia la Buena Noticia a los pobres, da la libertad y hace presente el año de gracia del Señor. Así Jesús se convierte en la mano extendida de la misericordia de Dios para con los marginados, los sufrientes y los pecadores. Haciendo esto, Jesús quiere encender, revestir, incendiar, y, como el fuego, abrazar, ir a fondo, impregnar, recoger todo en su ámbito penetrando toda la realidad y transformándola desde dentro en función del querer benéfico del Padre creador».

El ponente subrayó la ambivalencia del símbolo de fuego: «Esta misión de Jesús no quiere ser una acción neutra. No se puede permanecer indiferente ante la oferta de salvación que Jesús hace. Su mano extendida no da espacio para la indiferencia o los muros impenetrables sobre los cuales todo rebota. La misión de Jesús tiene este carácter de fuego precisamente porque quiere superar toda frialdad y distanciamiento, porque quiere inflamar, porque quiere un encuentro intenso, vivo con él. Y nadie que se deje envolver por este fuego de Jesús podrá seguir siendo el mismo».

«Pienso –concluyó– que esta imagen del fuego puede ayudarnos a aproximarnos en este encuentro a lo que configura esta hora de la Iglesia latinoamericana, esta porción de la Iglesia universal a la cual Jesús le ha encomendado su misión profética de fuego».

En el encuentro intervino como ponente el pasado 18 de enero, monseñor Santiago Silva, obispo responsable del CEBIPAL. En sus tres intervenciones expuso el significado y las implicaciones del discipulado en el Evangelio según san Lucas, tema de su especialidad.

El CEBIPAL, creado por los obispos latinoamericanos para la animación bíblica de la pastoral y promover los estudios bíblicos, reinició actividades el 15 de enero. Al día siguiente, en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en México, el director colocó a los pies de la Santísima Virgen los proyectos que se realizarán a lo largo de este año.

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ZENIT Staff

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