La Iglesia en Macao un año después de pasar al control de China

Padre Cerezo: Un «experimento» para la misión de ese gran país

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ROMA, 4 mar 2001 (ZENIT.org).-Macao es la «sala de espera» hacia China pero también un gran «experimento» para la misión en ese inmenso país. Este es el balance que hace el padre Daniel Cerezo, misionero comboniano, diez años después de llegar a Macao y un año después de que esta colonia portuguesa regresara a la gran China.

«Un año después del paso de Macao a China –dice el misionero en declaraciones al diario de los católicos italianos Avvenire— todo ha cambiado, aunque en realidad no ha habido cambios aparentes».

«Han decaído, para la Iglesia, los privilegios que tenía durante el Gobierno portugués –explica–. Y esto es algo bueno, porque a la Iglesia se la identificaba con el poder colonial, reflejando así exactamente las acusaciones que el Gobierno chino ha dirigido siempre a la institución católica».

Quedan, sin embargo, algunas huellas del pasado católico de Macao. El 1 de enero de 2001 entró en vigor la orden ejecutiva 60/2000 con la que se establece la permanencia de seis festividades católicas: Viernes y Sábado Santo, el día de los difuntos, la Inmaculada Concepción, la vigilia y el día de Navidad.

«La población católica de Macao asciende a 20.000 fieles y en este primer año pasado bajo la soberanía china, ha podido gozar de una libertad religiosa similar a los años pasados, sin interferencias por parte del Gobierno, al menos explícitamente –aclara el misionero–. Del mismo modo, se han permitido siempre los actos de culto externo por las calles y las procesiones. No se han verificado aquellas represiones que algunos temían tanto hace sólo un año».

El padre Cerezo explica que en Macao los religiosos tienen una presencia decisiva. Tienen dos prioridades pastorales. «El primero es el sector educativo, para dar una formación humana y religiosa a la población. Durante décadas han trabajado en este sector los jesuitas, salesianos, canosianos y otras congregaciones asiáticas. El segundo sector se refiere a la acción caritativa y social, en especial el servicio a los ancianos, los enfermos mentales y centros juveniles con tareas específicas».

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ZENIT Staff

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