La Iglesia en México se opone a la legalización de la marihuana

Presentado un proyecto de ley en el Distrito Federal del país norteamericano

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MÉXICO D.F, martes, 21 octubre 2008 (ZENIT.org).- La Iglesia en México ha expresado su opinión contraria a la legalización de la marihuana, propuesta por un proyecto de ley, presentado ante la asamblea del Distrito Federal.

La Iglesia del país norteamericano pide, a quienes deben decidir sobre el borrador, que reflexionen y tengan cuidado en un terreno, el de la droga, que afecta gravemente a muchas personas y familias golpeadas por la tóxicodependencia en este país, ruta de narcotraficantes que van y vuelven entre Estados Unidos y los países principales productores, más al sur.

En unas declaraciones, el cardenal Norberto Rivera criticó a los asambleístas que propusieron la legalización de las drogas y aplaudió a quienes de manera “sensata” se opusieron al planteamiento.

Está universalmente aceptado entre los expertos en deshabituación de la droga que los menores que llegan a ella antes abusaron de drogas consideradas menores o socialmente admitidas, aunque se saben dañinas consumidas en exceso, a las que erróneamente se calificó de “drogas blandas” (alcohol, tabaco, café, marihuana, hachis, etc).

Unas son legales y otras ilegales pero ninguna es “blanda”. El que se inicia todavía inmaduro en el consumo de estupefacientes, busca experiencias cada vez más fuertes y acaba casi siempre enganchado a las más destructivas.

Según el obispo de Aguascalientes, legalizar la marihuana sería cuanto menos “insensato” Monseñor José María de la Torre, mencionó, según la prensa local este 20 de octubre,  que todas las leyes que atentan contra la vida, y que se están poniendo de moda, tales como la de eutanasia, aborto y ahora la posible legalización de las drogas, son leyes nefastas.

Al hacerse eco en Aguascalientes, en ámbitos políticos, de la iniciativa en el Distrito Federal, el obispo hizo un enérgico llamamiento a quienes califican de viable la propuesta: “¿De cuál fumaron estas gentes para estar promoviendo estas leyes?”, se preguntó el prelado. Y pidió a quienes tienen en sus manos la voluntad y la representación popular que ofrezcan iniciativas de mayor nivel intelectual, sin ‘fusilar’ ideas de otros países, con culturas diferentes. “Leyes de segunda e iniciativas de tercera”, afirman que comentó el prelado.

Por su parte el obispo de Mazatlán Mario Espinosa, señaló que la despenalización de dosis “personales” de marihuana, propuesta por algunos diputados del Distrito Federal, no es la solución al problema de la droga, sino una concesión al mal.

La semana pasada, un grupo de legisladores protestó en las escalinatas de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal contra la iniciativa de legalizar el consumo de la marihuana.

Monseñor Espinosa señaló a los medios locales, sobre la legalización del consumo de drogas en otros países, que “el escenario de la cultura mexicana es muy distinto, y generaría un gran problema”. “La sociedad debe aspirar siempre a lo más sano y lo más justo, y el consumo de estupefacientes no lo es”, señaló.

El diputado del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Daniel Dehesa, se sumó hoy al rechazo a la legalización en el país, ya que sería un primer paso para que los jóvenes luego consuman cocaína, heroína u otro tipo de estupefacientes.

Dehesa, médico y miembro de la Comisión de Salud en la asamblea legislativa de su estado, expresó: “No considero congruente legalizar la marihuana, porque ya autorizamos la restricción de tabaco. ¿Por qué vamos a legalizar ese enervante? El legislador oaxaqueño pidió al asambleísta Víctor Hugo Círigo replantear su iniciativa para autorizar la siembra, el consumo y la venta del enervante.

Detalló que el consumo ya está autorizado en Inglaterra, Alaska, Suiza y Holanda. Esa legalización se justificaba en la hipótesis de que desaparecería el comercio ilegal y bajaría el narcotráfico y la adicción, pero el resultado fué el contrario. En esos países, se incrementó el índice de adicciones.

En la misma línea, se han decantado otros administradores, como el secretario de Salud de Tijuana, Baja California, José G. Bustamante, que calificó la propuesta como “perversa y macabra”. El responsable del Salud en el estado se pronunció por atacar, con estrategias de prevención, las adicciones y no llegar a medidas “sui generis”. “Hemos hecho un gran trabajo de años por disminuir el consumo de drogas y estamos atacando la hemorragia, pero debemos contener la herida”, comentó el funcionario, citando al gobernador del estado.

“En Baja California tenemos detectados cuando menos a 53.000 niños en situación de riesgo de adicción y hacia ahí es donde debemos dirigir los trabajos. No estoy de acuerdo con la propuesta, porque son ideas macabras que no sé quién las inventa cuando nuestra realidad es otra”, señaló.

En Sonora, el sacerdote Osvaldo Gorzegno dijo que legalizar las drogas significaría abrir una brecha para que las personas lo hagan. Añadió que hay ciertos principios que deben tomarse en cuenta, tal como el bienestar de la sociedad, lo cual evidentemente no son las drogas, porque son un mal.

El presbítero afirmó que no hay droga actualmente más dañina que el ‘crystal’. Dijo que inician con el cigarro, luego la marihuana y finalmente esta metanfetamina. Destacó que el acceso a la droga depende de la familia y que las personas que usan drogas es que están sufriendo de falta de amor.

En un editorial del semanario de la Archidiócesis de México, se critica como “inoportuna e insensata” la iniciativa parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática, que lidera Andrés Manuel López Obrador, con este proyecto de ley para legalizar las susodichas “drogas blandas” aún ilegales, especialmente la marihuana.

Una encuesta dada a conocer recientemente, citada por el mismo semanario, en una edición anterior, revela datos alarmantes: uno de cada ocho estudiantes de preparatoria y bachillerato consume estupefacientes, principalmente marihuana, anfetaminas y cocaína. Muchos de ellos se vuelven adictos y, por tanto, ‘consumidores cautivos’, sometidos al control de los narcotraficantes.

Un informe de la Secretaría de Salud, evidencia que el 95% de los presos –la mayoría jóvenes de entre 20 y 30 años- son tóxicodependientes.

Ante ello, el editorial de la archidiócesis de la capital mexicana se pregunta: “¿Qué estamos haciendo por los jóvenes para que crezcan sin el veneno de las drogas?, ¿qué hace la familia, qué hacen los distintos niveles de gobierno, qué hacen los medios de comunicación, qué hace la Iglesia?”.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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