La Iglesia necesita vivir un «ecumenismo intracatólico»

Afirma el secretario de la Conferencia Episcopal Española

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MADRID, 26 junio 2003 (ZENIT.org).- La comunión en la Iglesia tiene hoy dos desafíos: un «ecumenismo intracatólico» y una «comunión en los contenidos», considera el secretario de la Conferencia Episcopal Española.

En una entrevista concedida a la edición de este jueves del semanario Alfa y Omega, el padre Juan Antonio Martínez Camino aborda las dos condiciones indispensables para que la Iglesia pude realizarse como tal y cumplir con su misión.

El primer requisito de la comunión –al que reconoce calificar «con un adjetivo chocante»– es «el ecumenismo intracatólico», según el sacerdote.

«En la Iglesia hay una actividad grande, el Espíritu Santo no está dormido; hay nuevos carismas y hay una readaptación y redefinición de antiguos carismas e instituciones», constata en declaraciones al semanario del arzobispado de Madrid.

«Pero aquí necesitamos un ecumenismo intracatólico, una aceptación cordial de todos en lo fundamental, que es nuestra unión a Dios en Cristo por medio de su Espíritu, que hoy nos anima y pone a todos y a cada uno, según nuestro estado, en pie de evangelización», asegura.

«Necesitamos realmente la comunión en la caridad entre los distintos grupos eclesiales –insiste–. Sin este testimonio de unidad, no sólo de respeto formal que en algunos casos ya sería suficiente, sin este testimonio, es difícil la evangelización y el testimonio cristiano».

Y aclara: «la comunión en la caridad entre los distintos grupos no está reñida con la pluralidad, con el sano pluralismo de iniciativas y de instituciones en la Iglesia».

El segundo nivel de la comunión que necesita la Iglesia, es según el secretario del episcopado español, «la comunión en los contenidos, en el mensaje, en la doctrina».

«Esta comunión, siendo fundamental, seguirá avanzando en la medida en que avancemos en la comunión de la caridad. Son cosas distintas, pero van absolutamente unidas», advierte.

«La comunión en el Evangelio que predicamos, que es Jesucristo mismo, como no es una pura doctrina, hace que cuando estamos unidos en una comunión doctrinal viva y verdadera, estamos unidos en Cristo y estamos unidos en la comunión entre las instituciones, carismas y grupos en la Iglesia. Y a la inversa», concluye.

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ZENIT Staff

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