La Iglesia pide que no se margine ni olvide a los leprosos

Mensaje con motivo de la 56ª Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 20 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la versión española oficial del Mensaje del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, que presiden el cardenal Javier Lozano Barragán, con motivo de la 56ª Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra, que tendrá lugar el próximo domingo 25 de enero.

 

* * *

56ª Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra

Domingo 25 de enero de 2009

 

Cardenal Javier Lozano Barragán

Presidente del Pontificio Consejo

para los Agentes Sanitarios

 

A los Exmos. Presidentes de las Conferencias Episcopales y

Obispos Encargados de la Pastoral de la Salud

 

La celebración anual de la «Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra», es una gran cita de solidaridad con los hermanos y hermanas que están afligidos por el morbo de Hansen, una enfermedad a menudo ignorada por los medios de comunicación que actualmente todavía afecta en el mundo a más de 250,000 personas, la mayoría de las cuales vive en condiciones de indigencia.

Según los cálculos más recientes de la Organización Mundial de la Salud, referentes al 2007, en ese año se registraron 254,525 nuevos enfermos de lepra, con una presencia de 212,802 personas en tratamiento.

Lamentablemente, este morbo no ahorra a los niños. Según cálculos de AIFO – «Asociación Italiana Amigos de Raoul Follereau» -, «cada año hay 40,000 niños con la lepra en el mundo y cerca del 12% de todos los nuevos casos son niños con menos de 15 años de edad».

En el año del «XXº Aniversario de la Convención de los Derechos de los Niños», recordando la predilección de Cristo Jesús por ellos «porque de éstos es el Reino de los Cielos» (Mt 19, 14), hago un llamamiento a los responsables de las organizaciones de los Gobiernos a fin de que al poner en marcha programas y planes de salud en los diferentes países, reserven una atención especial a los niños enfermos de lepra, quienes corren el riesgo de ver hipotecado su futuro debido a las consecuencias negativas de su estado de enfermedad.

De aquí desciende la urgencia para las Instituciones Públicas que se ponga en práctica el derecho de disfrutar el mejor estado de salud posible y de beneficiar de servicios médicos y de rehabilitación», tal como les reconoce el artículo 24 de la «Convención sobre los Derechos de los Niños».

Lamentablemente, en el plano social aún persisten, sin fundamento alguno, temores generados por la ignorancia acerca del morbo de Hansen. Dichos temores, a su vez, dan lugar a sentimientos de exclusión y a menudo de pesado estigma hacia los enfermos de lepra, lo cual los hace particularmente vulnerables.

Esta «56ª Jornada Mundial» es, pues, la ocasión oportuna para ofrecer a la comunidad de los hombres una información correcta, amplia y capilar acerca de la lepra y de los efectos devastadores que puede causar en los cuerpos si son dejados a sí mismos, en las familias y en la sociedad, y suscitar el deber individual y colectivo de una activa y fraterna solidaridad.

Inspirándose en el ejemplo de Cristo Jesús, Médico del cuerpo y del espíritu, la Iglesia siempre ha tenido una especial solicitud por los Enfermos de lepra. A lo largo de los siglos se ha hecho presente con Instituciones de Congregaciones de Religiosos y Religiosas, y con Organizaciones de Asistencia Sanitaria de Voluntariado de fieles laicos, contribuyendo así de modo radical en su plena integración social y comunitaria.

El Beato Padre Damián de Veuster, incansable y ejemplar Apóstol de los hermanos y hermanas afectados por el morbo de Hansen, faro de Fe y de Amor, es el símbolo de todos los Consagrados con Votos religiosos que aún hoy dedican su vida a ellos, y ponen a disposición todo recurso por el bienestar integral de los Enfermos de lepra en toda parte del mundo.

Junto con el Beato Damián ellos están escribiendo las páginas más bellas de la Historia Misionera de la Iglesia, inseparablemente ligados a la Evangelización, a través del cuidado de los Enfermos, anunciando que la Redención de Cristo Jesús, y su Gracia salvífica, alcanzan a todo el hombre en su condición humana para asociarlo a su Gloriosa Resurrección.

Junto a ellos, muchos Voluntarios y hombres de buena voluntad, se dejan implicar organizando concretamente la solidaridad, poniendo a disposición medios y recursos financieros a los Institutos de investigación cada vez más eficaces para derrotar el morbo de Hansen.

El mundo del laicado católico tiene su paladín en Raoul Follereau, ideador y promotor de esta «Jornada Mundial», que prosigue la benéfica acción con la «Asociación de Amigos» dedicada a él. A Follereau y a sus seguidores, va nuestro particular aplauso y nuestra gratitud por las numerosas iniciativas que promueven, con el mérito de tener siempre viva la atención por los enfermos del morbo de Hansen, sensibilizando a la opinión pública y suscitando implicación para sostener programas y recolección de recursos financieros.

Es hermoso y consolador constatar que en esta lucha al morbo de Hansen están presentes Asociaciones y organizaciones no Gubernamentales que van más allá de las afiliaciones religiosas, ideológicas y culturales, encontrándose todos en la finalidad común de proporcionar al enfermo la oportunidad de reencontrar un estado de bienestar social, sanitario y espiritual.

En particular,  va a la «Sasakawa Foundation» nuestro reconocimiento por el inestimable aporte que desde hace decenios está dando a la causa, sosteniendo financieramente a las Instituciones de la Comunidad Internacional en la investigación en el campo terapéutico. Animo a la «Sasakawa Foundation» a proseguir con determinación, para que a los resultados positivos que ha logrado hasta ahora, se realicen otros y más adelantados por el bien de los Enfermos de lepra y de sus familias.

A los Enfermos del morbo de Hansen, a los Misioneros Religiosos y Religiosas comprometidos en este campo, y a los Agentes Sociales y de la Sanidad que los asisten, manifiesto la cercanía de este Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, que expresa la solicitud y la cercanía de la Iglesia por los Enfermos y por quienes se dedican a ellos.

La Inmaculada Madre de Dios, Salus Infirmorum, interceda de su Hijo Jesús «Médico de los cuerpos y de las almas», la salud global a los Enfermos de Lepra y a los que los asisten done un espíritu materno.

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ZENIT Staff

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