La Iglesia propone a los hindúes una defensa conjunta de la dignidad de la persona

En un mensaje del presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso

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CIUDAD DEL VATICANO, 14 octubre 2003 (ZENIT.org).- Con ocasión de la fiesta del Diwali, el presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso ha invitado a los hindúes a promover junto a los católicos la defensa del ser humano y el trabajo a favor de la paz en todas las naciones del mundo.

La fiesta del Diwali, celebrada por todos los hindúes –este año el 25 de octubre–, también se conoce como Deepavali o «hilera de lámparas de aceite». Simbólicamente fundada en una antigua tradición, la fiesta representa la victoria de la verdad sobre la mentira, de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal.

La celebración propiamente dicha dura tres días y marca el inicio de un nuevo año, la reconciliación familiar, especialmente entre hermanos y hermanas, y la adoración a Dios.

«Las fiestas religiosas nos invitan no sólo a renovar y a reforzar nuestra fe en Dios (…) y a revitalizar nuestras relaciones recíprocas, sino que nos invitan también a redescubrir, a reafirmar con respeto y a defender con valor nuestra propia dignidad y la de toda persona como ser humano creado por Dios», constata el arzobispo Michael Fitzgerald en su mensaje a todos los hindúes, publicado este martes por la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Impresionado porque el Diwali mueva a muchos hindúes a un esfuerzo de reconciliación con sus familiares y amigos, monseñor Fitzgerald plantea: «¿No podrían los católicos y los hindúes ampliar estos esfuerzos para llevar una reconciliación mayor y una paz más duradera a sus ciudades y países, y a todas las naciones del mundo?».

Para el presidente del dicasterio, proteger y defender la dignidad de toda persona «es parte integrante de la vida de todo creyente», puesto que esta dignidad «proviene de Dios, Creador de todos».

Además, el amor a Dios y al prójimo «está en el corazón de la fe cristiana» y de él también hablan «las diferentes tradiciones hindúes (sampradaya)», constata el prelado.

«Cuanto más nos empeñemos en promover la dignidad de toda persona –afirma–, nuestras tradiciones religiosas serán más creíbles a los ojos de los demás».

«Una ofensa, incluso a una sola persona, en nombre de la religión, ¿no significa ofender a toda una tradición religiosa? –advierte monseñor Fitgerald–. Ni el “dharma” hindú ni la fe cristiana enseñan el odio, el desprecio o la falta de respeto a los demás».

«¿Qué podemos hacer juntos, cristianos e hindúes, para promover y proteger la dignidad de todo ser humano?», pregunta el arzobispo invitando a que los hindúes hagan llegar sus sugerencias directamente al Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso o a la Iglesia en sus países.

«Caminemos juntos y compartamos nuestras comunes preocupaciones, haciendo el esfuerzo de escucharnos atentamente –invita finalmente–. Hablemos con honestidad, conscientes de nuestras responsabilidades respecto a las elecciones que debemos hacer para resolver los problemas del mundo de hoy».

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ZENIT Staff

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