La Iglesia puede ayudar a renovar al hombre y a la mujer cubana

Entrevista con el sacerdote cubano Jorge Luis Pérez, que estudia en Roma

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Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, lunes 26 marzo 2012 (ZENIT.org).- Este lunes aterrizó el papa Benedicto XVI en Cuba, luego de una visita exitosa a México, cuyas cifras de acogida y el contenido de su mensaje han dejado sorprendidos a propios y extraños. En el país caribeño se espera una espontaneidad similar, especialmente cuando los cubanos son conscientes de que cuando llegó otro pontífice, hace 14 años, las cosas empezaron a cambiar…

ZENIT conversó con el padre Jorge Luis Pérez Soto, sacerdote de la archidiócesis de San Cristóbal de la Habana, quien vive en Roma porque estudia la especialidad de teología dogmática con toda libertad.

Como la libertad que tuvo para ingresar en el seminario y luego ordenarse de presbítero hace 4 años, respondiendo así a una vocación nacida en medio de una Iglesia cubana que nunca se durmió, sino por el contrario, que tanto ayer como hoy, es una comunidad viva que tiene mucho que proponer para la reconstrucción de Cuba.

Su vocación nació dentro de un sistema ateo…

–P. Pérez: Si, evidentemente. Mi vocación surgió en mi vivencia como cristiano en la Iglesia católica de los años noventa en Cuba. Me la planteé en serio en el año 1995, a los 15 años, y luego entré en el seminario una vez terminado el bachillerato civil y el servicio militar.

¿Es fácil el ingreso o se necesita un permiso especial de las autoridades de gobierno?

–P. Pérez: Es normal que alguno se plantee el ser sacerdote y se ingresa. Es una libre opción y no hay ningún obstáculo para entrar.

¿Cuál es la diferencia de la Iglesia cubana de los años noventa y la actual de 2012?

–P. Pérez: La de los años 90 fue una Iglesia de multitudes, que tras la caida del comunismo histórico de la Europa del este, y la gran crisis económica de Cuba por el fin del régimen soviético, muchos católicos llegaron a nuestros templos buscando respuestas a sus preguntas más profundas. La Iglesia en Cuba ya se había expresado en el año 1986 en el primer Encuentro nacional eclesial cubano, cuyo tema fue “Iglesia sin fronteras, solidaria en el amor”, que fue una revisión del modo como estábamos viviendo nuestro ser eclesial desde lo íntimo de nuestro ser, en proyección hacia la misión que teníamos encomendada.

¿Salió algún documento orientador de allí?

–P. Pérez: Si, fue un documento pastoral muy importante donde la opción fue ser una Iglesia encarnada, misionera y orante. Es así que se sale de los templos y se dice: ¡estamos vivos, tenemos un mensaje que transmitir! Hoy ya ha pasado el periodo de la multitud y la iglesia está en una etapa con menos miembros, pero con opciones más definidas en orden a la fe.

¿La visita de Juan Pablo II en 1998 también tuvo un impacto en este proceso, no?

–P. Pérez: Si, porque era la primera vez que podíamos expresarnos como Iglesia públicamente y decirle al mundo que la Iglesia no estaba muerta y que teníamos una vida para nuestro pueblo, y que esta podía edificarla y darle sentido a sus vidas.

¿Qué espera el pueblo cubano del mensaje del papa Benedicto XVI?

–P. Pérez: El pueblo cubano es múltiple en sus opciones, en sus estilos de vida, en sus criterios y en sus pensamientos políticos, ya sea que estés dentro o fuera de la Isla. Situándome con el pueblo que vive y siente en Cuba, todos esperan una voz de esperanza, que los ilumine a enfrentar las realidades sociales que viven. Luego se espera un mensaje de amor –él viene como “Peregrino de la Caridad”–, lo que se presenta como un camino de realización de la identidad cubana, porque si queremos cambios reales debemos aspirar a hacerlo por ese camino.

¿Y ante la crisis de la familia, tan acentuada en Cuba?

–P. Pérez: Es la crisis en general de la sociedad posmoderna, porque es dificil que una persona se plantee optar por valores perennes que marquen la vida para siempre. Otra es la irresponsabilidad en la vivencia de la moralidad personal y sexual que implica una dificultad a la hora de tomar una decisión, que implique una responsabilidad para toda la vida. Es importante entonces el mensaje del papa, pero también la labor de educación que realiza la iglesia, y que nos gustaría poder hacer más.

También preocupa el elevado número de abortos, ¿no?

–P. Pérez: Sí, es elevado. Predicar el evangelio de la vida es imprescindible también en nuestra patria. Es como una cadena de consecuencias que una va tirando de la otra.

¿Qué significado tienen los lugares que visitará el papa?

–P. Pérez: Va a Santiago de Cuba que es la archidiócesis primada y donde está el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, donde se custodia la imagen encontrada hace 400 años por tres esclavos que trabajaban en una mina de cobre, luego de haberla invocado en medio de una tormenta que puso en riesgo sus vidas. Luego los esclavos de la zona empezaron a darle devoción y se extendió rápidamente por todo el país. Es curioso que allí fue el primer lugar donde se abolió la esclavitud en Cuba.

¿Y La Habana?

–P. Pérez: Es la capital, y fue la segunda archidiócesis de la Isla y donde residieron la mayoría de los obispos cubanos. Se celebrará una misa cuyo motivo es la patria, la fe. Será en la Plaza de la Revolución, que es testigo de la historia de los últimos 50 años de Cuba y donde celebró el beato Juan Pablo II.

¿Con la llegada del papa se espera más libertad religiosa?

–P. Pérez: Aunque la libertad de culto existe, en la libertad religiosa tiene que haber una progresión. La Iglesia cuando pide esta libertad religiosa no es por una preponderancia social, sino porque estamos convencidos de que los valores del evangelio tienen algo de bueno que aportar a la vida de la sociedad. La Iglesia puede ayudar a renovar al hombre y a la mujer cubana, y lo pide como un derecho.

¿Cómo debe expresarse esta libertad religiosa?

–P. Pérez: Por ejemplo, la Iglesia debería poder expresarse por los medios de comunicación de un modo más sostenido. Lo central es la concepción de que los valores del evangelio, y casi cito a Juan Pablo II en Cuba, no son un peligro para ningún proyecto social, sino que pueden servir como levadura en la masa, fermento de bien, de gracia, de santidad para una sociedad.

Una invocación final para sus compatriotas –dentro y fuera de Cuba–, que verán llegar hoy al papa…

–P. Pérez: La visita del papa es pastoral, es decir, la dilección del pastor por la grey que le ha sido confiada y que él apacienta como el sucesor de san Pedro, en nombre del Señor Jesucristo según su propio mandato. Les pediría a los lectores de ZENIT y a los cubanos dentro y fuera de la Isla, que nos abramos al mensaje del amor. Muchas veces se juzga a la Iglesia o a las personas en virtud del pasado y por los juicios nos perdemos las riquezas profundas que pueden aportarnos en este momento. Y el papa no va a hacer nada que tengamos que hacer los cubanos. Él nos acompaña como pastor y nos instruye con su magisterio; y ya el resto, la vida de la nación, es algo que nos toca gestionar a nosotros los cubanos. 

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ZENIT Staff

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