La Iglesia se vuelca con el drama de Tierra Santa, Irak y el Líbano, asegura el Papa

Al recibir a las agencias de ayuda a las Iglesias Orientales

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 21 junio 2007 (ZENIT.org).- «Tierra Santa, Irak y el Líbano están presentes, con la urgencia y la constancia que merecen, en la oración y en la acción de la Sede Apostólica y de toda la Iglesia», ha reiterado Benedicto XVI este jueves.

Escucharon sus palabras los miembros de la ROACO (Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales), recibidos en audiencia por el Papa al término de su asamblea anual.

En su discurso, el Santo Padre pronunció una ferviente súplica a Dios por la paz y un llamamiento a las autoridades de Oriente Medio para que la garanticen indistintamente a todos.

Y pidió a la Congregación vaticana para las Iglesias Orientales –de la que depende la ROACO- y a cada una de estas Obras confirmar la solicitud de la Iglesia por los países antes citados «a fin de hacer más incisiva la cercanía y la intervención a favor de tantos hermanos y hermanas».

Estos deben sentir inmediatamente «el consuelo de la fraternidad eclesial y, como deseamos con orante fervor», «entrever pronto el despuntar de los días de la paz», pidió el Papa.

Y no dudó en calificar de «martirio» los sucesos que se registran contra cristianos iraquíes.

Entre los prelados orientales que escuchaban al Papa, se contó el Patriarca caldeo. A él renovó Benedicto XVI su pésame «por el bárbaro asesinato de un indefenso sacerdote y de tres subdiáconos perpetrado al término de la Liturgia dominical el pasado 3 de junio en Irak».

«La Iglesia entera –aseguró el Santo Padre- acompaña con afecto y admiración a todos sus hijos y sus hijas y les sostiene en esta hora de auténtico martirio por el nombre de Cristo».

«Mi abrazo se dirige con igual intensidad al representante pontificio y a los pastores procedentes de Israel y de Palestina, para que lo comuniquen a sus propios fieles a fin de reforzar su probada esperanza», pidió.

Benedicto XVI hizo también extensivo su recuerdo cordial a la «amada comunidad eclesial» de Turquía, con quien se encontró en su reciente viaje apostólico.

Irak, Turquía y Tierra Santa han estado en el centro de los trabajos de la ROACO.
El lunes, día del inicio de estos, el secretario general del organismo –don Leon Lemmens- recordó en los micrófonos de «Radio Vaticana» la situación de los cristianos en suelo iraquí, «donde viven desde siempre»: «Son asesinados, expulsados de sus casas ante los ojos de quien, en cambio, debería ser responsable de su seguridad».

Respecto a Turquía, apuntó: en el país «están presentes diversas comunidades católicas»; «junto a la Iglesia latina hay comunidades caldeas, siro-católicas y armeno-católicas», pero «a pesar del hecho de que hay una separación oficial entre Iglesia y Estado en Turquía», «y a pesar del hecho de que se estén llevando a cabo negociaciones para su entrada en la Unión Europea», «los derechos de estas Iglesias están aún fuertemente limitados».

Mientras, los cristianos en Turquía «sufren en tiempos recientes por un clima de nacionalismo encendido, así como de un cierto islamismo fundamentalista difundido», «y, como sabemos, recientemente se han cometido algunos actos violentos» contra los fieles, expresó Lemmens, aludiendo al asesinato del padre Andrea Santoro y al de tres cristianos protestantes.

Y «lamentablemente también Tierra Santa continúa hundiéndose en un clima de violencia cada vez mas fragmentada», añadió.

Durante los trabajos de la ROACO, el Patriarca caldeo iraquí, Su Beatitud Emmanuel III Delly, ha lanzado un S.O.S. que repitió el miércoles en la emisora pontificia: «He pedido a todos que recen por nosotros y que actúen para que despierte la conciencia del mundo».

Se trata de una cuestión de defensa de los derechos humanos en Irak: «Éste es mi grito que dirijo a todo el mundo, a todas las instituciones, a la ONU, a la UE, al Consejo de Seguridad, a la FAO, para que también ellos griten al mundo que los iraquíes deben ver sus derechos respetados, todos, musulmanes y cristianos –subraya el Patriarca iraquí-. Ahora en Irak los derechos humanos no se respetan».

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ZENIT Staff

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