La Iglesia tiene necesidad de consagrados valientes y creativos, asegura el Papa

Para que el mundo vea en sus vidas que en Dios está su realización

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 12 diciembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que para presentar a Dios a un mundo que experimenta el impacto del hedonismo, el materialismo y el individualismo, la Iglesia necesita el testimonio de castidad, pobreza y obediencia de los consagrados.

Así lo expuso este sábado al encontrarse en el Aula Pablo VI del Vaticano del Vaticano con ocho mil religiosos, religiosas y miembros de los institutos seculares así como de las sociedades de vida apostólica de la diócesis de Roma.

«La Iglesia tiene necesidad de vuestro testimonio, tiene necesidad de una vida consagrada que afronte con valentía y creatividad los desafíos del tiempo presente», dijo el Papa en el discurso que les dirigió después de que los presentes fueran presentados por el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario de la ciudad eterna.

«Ante el avance del hedonismo –añadió–, se os pide el testimonio valiente de la castidad como expresión de un corazón que conoce la belleza y el precio del amor de Dios».

«Ante la sed de dinero –continuó diciendo–, vuestra vida sobria y disponible al servicio de los más necesitados recuerda que Dios es la auténtica riqueza que no perece».

Por último, «ante el individualismo y el relativismo, que llevan a las personas a convertirse en la única norma de sí mismas», el obispo de Roma consideró que la vida fraterna de los consagrados, «capaz de dejarse coordinar y, por tanto, capaz de obedecer, confirma que ponéis en Dios vuestra realización».

De este modo, señaló, «el consagrado vive en el tiempo, pero su corazón está proyectado más allá del tiempo y testimonia al hombre contemporáneo, con frecuencia absorbido por las cosas de este mundo, que su verdadero destino es el mismo Dios».

El secreto para que la vida de los consagrados se convierta en un «signo profético» del Reino de los cielos, según el Papa, consiste en amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, antes que cualquier otra persona o cosa.

«No tengáis miedo de presentaros, incluso visiblemente, como personas consagradas, y tratad con todos los medios de manifestar vuestra pertenencia a Cristo, el tesoro escondido por el que habéis dejado todo», aconsejó el pontífice.

Como síntesis de su mensaje, el Papa propuso a los consagrados asumir el lema programático de san Benito: «No antepongáis absolutamente nada al amor de Cristo», que se ha convertido en una de las frases más citadas por Benedicto XVI.

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ZENIT Staff

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