La implicación efectiva de todo cristiano en la evangelización, en la oración del Papa

Intención misionera del mes de julio

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ROMA, lunes, 2 julio 2007 (ZENIT.org).- El Santo Padre pide específicamente oración este mes para que los cristianos, conscientes de su propio deber misionero, ayuden efectivamente a los que trabajan en la evangelización de los pueblos.

Así se enuncia en la intención misionera que Benedicto XVI ha confiado al «Apostolado de la oración» (AdP, www.adp.it/intenzioni/intenz-s.php), una iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes.
Y es que las misiones «son cuestión de todos», recuerda el padre Vito del Prete, secretario general de la Pontificia Unión Misionera.

El sacerdote, en su comentario a esta intención -difundido por la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos-, define la Iglesia: «Es la comunidad de los hombres y de las mujeres, convocada por la Trinidad. Es el pueblo santo de Dios, que debe testimoniar y proclamar la salvación traída por Cristo. Existe para la humanidad».

No está ligada al sexo ni al estado de vida: «la responsabilidad de la misión es para todos, porque ella pone a la persona al servicio del Reino de Dios», insiste.

Por eso cada uno debe aportar a la edificación del Reino de Dios «lo que tenga y lo que pueda hacer», porque «toda capacidad y potencialidad humana pueden ser puestas al servicio de la misión si se usan en Cristo», reconoce del Prete.

En «ocupación y preocupación constante de la comunidad cristiana» -alerta- debe convertirse «la evangelización a los no cristianos», que «impulsa a los cristianos efectivamente en el testimonio de la santidad y en la realización de su específica dimensión misionera».

Lejos de permanecer en una comunidad replegada en sí misma, se pide a todos los fieles «alzar la mirada mar adentro, en el gran mar del mundo, echar las redes para que todo hombre encuentre a la persona de Jesús, que a todos renueva».

«Hay que llamar a esta pesca a todas las fuerzas eclesiales para este empeño misionero: las Iglesias locales, los obispos, los sacerdotes y los religiosos, los laicos»; «todos deben actuar en sinergia, cada uno conservando y haciendo auténtica la propia vocación, en comunión y corresponsabilidad de la misión».

La realidad actual de la misión
Todos no están dotados de esa especial vocación misionera de partir a otros países para anunciar el Evangelio a los no cristianos; incluso su número disminuye, reconoce el padre del Prete.

«Pero el Espíritu está suscitando otros sujetos misioneros: son los miembros de las Iglesias locales de los territorios de misión, que desarrollan una verdadera actividad de evangelización, son los sacerdotes y los laicos «Fidei donum», son los miles de laicos (individuos y familias) que recorren los caminos del mundo, anunciando el Reino de Dios», enumera.

Estos viven entre las gentes, «como los misioneros de las primeras comunidades apostólicas» -confirma-: «y como aquellas, también hoy las nuevas zonas cristianas están sujetas a persecuciones, a discriminaciones, a falta de medios de subsistencia».

200 millones de cristianos se calcula que sufren riesgo de persecución en 60 países de Asia y África, recuerda el secretario general de la Pontificia Unión Misionera.

«El martirologio sigue escribiéndose por muchas personas que, en nombre de Cristo y de la justicia, son encarceladas, secuestradas, asesinadas, padecen hambre y sed», lamenta.

De ahí que insista en que «a todos se pide tomar parta efectiva en la difusión del Reino de Dios, ayudando a los misioneros e Iglesias de frontera con la oración, con el testimonio y con la ayuda económica».

En cuanto a Occidente, el mensaje cristiano será convincente «sólo si se hace creíble por el testimonio de vida personal y comunitaria de los creyentes», concluye.

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ZENIT Staff

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