La investigación biomédica no se comprende sin el respeto absoluto a la persona

Conclusiones de la Asamblea de la Academia Pontificia para la Vida

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ROMA, 14 marzo 2003 (ZENIT.org).- De acuerdo con la Academia Pontificia para la Vida, los medios empleados en la investigación biomédica deben respetar plenamente en cada individuo su inalienable dignidad de persona, el derecho a la vida y la integridad física sustancial.

Ello se deduce porque el bien integral del hombre debe ser siempre el fin último de dicha investigación, según se desprende del comunicado final sobre los trabajos de la IX Asamblea general de la Academia, celebrada del 24 al 26 del pasado febrero.

En la reunión, centrada en el tema «Ética de la investigación biomédica. Por una visión cristiana», se constató el «extraordinario desarrollo» de la moderna tecnología científica, que ha aportado beneficios impensables a la humanidad.

Sin embargo, en el campo biomédico y desde la perspectiva de su aplicación en el hombre, «la experimentación terapéutica y no terapéutica (…) comporta muchos aspectos y problemáticas, tanto de carácter científico como ético», afirma el comunicado.

Por ello es «necesario que la experimentación clínica (sobre seres humanos) esté precedida por una adecuada experimentación sobre animales», ésta última llevada a cabo, naturalmente, con normas éticas «que tutelen todo lo posible el bienestar de los ejemplares utilizados».

El documento de la Academia Pontificia para la Vida recalca que hay que prestar una atención particular a «los sujetos humanos más vulnerables», como es el embrión humano.

«Debido al carácter tan delicado de las etapas de su desarrollo, una eventual experimentación podría conllevar, a la luz de las posibilidades técnicas actuales, peligros muy elevados –y por lo tanto éticamente inaceptables– de provocar daños irreparables o incluso la muerte».

«Es también absolutamente inaceptable –dice el informe— el motivo aducido por distintas personas relativo al carácter lícito de sacrificar la integridad (física y genética) del sujeto humano en estado embrional, llegando a destruirlo si es necesario, con el fin de obtener beneficios para otros seres humanos».

«Nunca es moralmente lícito llevar a cabo intencionadamente un mal, ni siquiera para conseguir fines en sí mismos buenos», declara.

En el comunicado se recomienda que se llegue a una normativa internacional, unificada en el contenido, «que esté fundada en los valores inscritos en la naturaleza misma de la persona humana».

«De esta manera –concluye–, se superarían las actuales disparidades que, en muchos casos, hacen posible el abuso y la instrumentalización de individuos y poblaciones enteras».

El texto íntegro del comunicado final de la IX Asamblea general se puede consultar, por el momento en italiano, en la página web de la Academia Pontificia para la Vida .

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ZENIT Staff

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