La lucha contra el sida «especial preocupación» de Benedicto XVI

Tema de sus discursos a los nuevos embajadores ante la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 14 diciembre 2007 (ZENIT.org).- La lucha contra el sida, que aflige a países de los cinco continentes, centró los discursos que dirigió este jueves Benedicto XVI a los nuevos embajadores ante la Santa Sede, al presentar sus cartas credenciales.

El Papa habló de la pandemia que, desde hace más de veinte años, siembra muerte en todo el mundo, al recibir a los representantes de Tailandia, Namibia y Ghana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico vaticano.

La plaga del sida, así como la prostitución y tráfico de mujeres y niños, suscitan «especial preocupación» en la Iglesia, dijo el Papa, dirigiéndose al embajador de Tailandia, Chaiyong Satjipanon.

El factor principal, que se encuentra detrás de estos fenómenos, denunció, es «sin duda la pobreza», contra la que la Iglesia «se enfrenta constantemente».

El declive de los valores morales, «alimentado por la banalización de la sexualidad en los medios y en la industria del entretenimiento, lleva a la degradación de las mujeres y también al abuso de los niños», afirmó Benedicto XVI.

«La complejidad de esta terrible explotación humana exige una respuesta internacional concertada», añadió.

El Papa alabó «el creciente empeño de Tailandia, en varios protocolos y convenciones internacionales, encaminados a combatir la explotación sexual y el tráfico» de seres humanos.

«Esta cooperación internacional, unida a una decidida voluntad política interna de enfrentarse a la corrupción y la impunidad que favorecen tales delitos, llevará a un viraje que lleve esperanza y dignidad a todas las personas implicadas».

Benedicto XVI aseguró a este esfuerzo el «máximo apoyo moral y la máxima asistencia práctica por parte de la Iglesia».

El flagelo del sida centró también el discurso papal al embajador de Namibia, Peter Hitjitevi Katjavivi.

Para garantizar un futuro a la nación africana, afirmó el obispo de Roma, se da una «necesidad urgente de acabar con la problemática difusión de enfermedades infecciosas».

Frente al número «especialmente alarmante» de personas contagiadas por el vih/sida en África meridional, el Papa aseguró a la población de Namibia que «la Iglesia seguirá asistiendo a cuantos sufren a causa del sida y ayudando a sus familias».

La aportación de la Iglesia a la persecución y erradicación de la enfermedad de la sociedad «no puede dejar de extraer inspiración del concepto cristiano de amor y sexualidad», observó.

La comprensión del matrimonio como «total, recíproca y exclusiva comunión de amor entre un hombre y una mujer no sólo concuerda con el plan del Creador, sino que promueve los comportamientos más eficaces para prevenir la transmisión sexual de las enfermedades»: «la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad dentro del vínculo matrimonial».

Por este motivo, explicó el Santo Padre, «la Iglesia dedica no menos energía a la educación y a la catequesis de la que presta a la asistencia sanitaria y a las obras de misericordia».

Los estándares de vida y las condiciones sanitarias de amplios segmentos de la población exigen «continua atención» también en Gambia, dijo el Papa dirigiéndose a la nueva embajadora del país africano, Elizabeth Ya Eli Harding.

También en este país, constató, «la lucha contra el sida debe seguir en el frente médico y sobre todo educativo».

La «conducta sexual promiscua» es una causa esencial de muchas «enfermedades morales y físicas», y debe ser superada «promoviendo una cultura de fidelidad matrimonial e integridad moral».

Benedicto XVI recordó también el problema del desalojo de poblaciones y la afluencia de refugiados «en búsqueda de libertad de las muchas miserias originadas por los conflictos armados».

El Papa afirmó ser consciente de las dificultades inherentes a este «problema opresor que grava sobre los recursos disponibles» y animó a «los pueblos y las instituciones, públicas y privadas, que ofrecen su servicio a los necesitados».

«Al mismo tiempo –concluyó–, hago un llamamiento a la comunidad internacional para que desempeñe un papel generoso en la ayuda a esta tarea humanitaria».

Por Roberta Sciamplicotti, traducido por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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