La lucha contra el Sida necesita de la «fantasía de la caridad»

Alerta la Pastoral sanitaria del episcopado peruano

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LIMA, miércoles, 1 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Para el episcopado peruano, la pandemia del Sida representa un «gran desafío pastoral» que apremia a hacer uso de la «fantasía de la caridad» para evitar que la infección se siga cobrando más víctimas.

Desde que surgió esta epidemia hacia los años ‘80, más de 22 millones de personas han muerto en el mundo por Sida y en la actualidad 42 millones de personas viven con el VIH/Sida, uno de los mayores retos sanitarios a nivel mundial.

Actualmente el 26,7% de los centros para el tratamiento del VIH/Sida en el mundo son católicos. Son numerosos los proyectos y programas de formación, prevención del Sida y de asistencia, curación y seguimiento pastoral del enfermo de VIH/Sida que las Iglesias locales, los institutos religiosos y las asociaciones laicales llevan adelante.

Y es que, al ser «sacramento de salvación», la Iglesia «está llamada a asumir el sufrimiento de tantos hermanos nuestros infectados y afectados por este mal, cuyas implicancias nos animan a radicalizar nuestras acciones pastorales ya que éste no es sólo un problema médico, sino es un problema social, económico, pastoral, ético y moral», reconoce el Departamento de Pastoral de la Salud del episcopado peruano en un mensaje difundido este lunes, Jornada Mundial del Sida.

«En todo el mundo la epidemia se caracteriza por su feminización y por su tendencia a la pauperización» –recuerda–; también es «habitual el trabajo sexual de niñas, niños y adolescentes como estrategia de supervivencia familiar, alcanzando niveles de explotación sexual», de forma que hay un aumento considerable de «la vulnerabilidad de los jóvenes frente al VIH/Sida» en Latinoamérica.

El fuerte impacto del VIH/Sida en las mujeres –más vulnerables para contraerlo— fue un punto que denunció el Vaticano, alertando que ello «acrecienta la desigualdad e impide el progreso hacia la universalidad de los derechos» (Cf. Zenit, 24 de noviembre de 2004).

Para la Pastoral Sanitaria del episcopado peruano, ante este panorama «la solidaridad es la verdadera arma de prevención»; no se trata sólo de «un profundo deber moral, sino también [de] una objetiva necesidad para contrarrestar la difusión del Sida tanto con el enfermo como con la familia».

«La Iglesia invita a vivir una sexualidad segura y responsable con la práctica de la castidad antes del matrimonio y la fidelidad en el mismo», apunta además el mensaje firmado por monseñor Richard Alarcón Urrutia –obispo de Tarma y presidente del Departamento de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal de Perú–.

Igualmente, frente a la difundida inestabilidad matrimonial actual, señala a «la familia como antídoto contra el Sida», pues «contribuye, junto con otros factores, a hacer que los jóvenes desarrollen su responsabilidad, a fin de hacerse miembros creadores, productivos y responsables de la sociedad», además de que «todo valor cristiano y norma moral se enseña en la familia».

«Queremos dar respuesta a las conflictivas cuestiones generadas por el Sida» –expresa el prelado peruano– «implementando una pastoral específica como servicio de la Iglesia a las personas con VIH/Sida, su entorno familiar y social para lograr la asistencia, prevención y la reinserción del enfermo con VIH/Sida».

Reconociendo la complejidad del reto, «una de las actividades permanentes será la profundización, reflexión e iluminación Bíblica-teológica de este mal y el apoyo espiritual, psicológico, antropológico y sociológico de los pacientes infectados».

Se trata de «un desafío que no se puede afrontar aisladamente», sino que «es preciso el establecimiento de una articulación y la organización de todos los sectores de la sociedad civil», alerta el responsable de la pastoral sanitaria del episcopado de Perú.

«Consideramos la necesidad de una articulación de los servicios de salud, ONGs, profesionales, instancias gubernamentales, interdisciplinario y complementario para afrontar las diversas necesidades que la epidemia presenta», aclara.

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ZENIT Staff

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