CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 20 diciembre 2004 (ZENIT.org).- La Santa Sede publicó este lunes en presencia de Juan Pablo II un decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a la intercesión de la Madre Marianne Cope (1838-1918), religiosa franciscana cuya misión en Hawai estuvo vinculada a la del beato Padre Damián –«apóstol de los leprosos»–. Se abren así las puertas para que sea declarada beata.
Nacida en Alemania, la futura beata (cuyo nombre de pila era Barbara), a los tres años emigró al Estado de Nueva York (Estados Unidos), y adquirió la nacionalidad estadounidense.
Abrazó la vida religiosa en el seno de las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco de Siracusa, en los Estados Unidos.
En aquella época la enfermedad de Hansen llegó a calificarse en Hawai como una «aflicción nacional». Superiora en el convento franciscano de Siracusa, la Madre Marianne respondió a la llamada de ayuda que en 1883 lanzó el rey David Kalakaua para los niños enfermos de lepra. Llevó consigo a otras seis monjas. Nunca abandonó las islas, donde murió en 1918 a los 80 años de edad.
La religiosa trabajó en Kalaupapa –en la isla hawaiana de Molokai– con el Padre Damián en los últimos cinco meses de la vida del sacerdote belga, beatificado por Juan Pablo II en 1995.
Religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones, el beato Damián de Veuster llegó a la isla a los 33 años de edad para servir a los leprosos que habían sido desterrados. Él mismo murió de lepra en 1889.
Tras la muerte del Padre Damián, la religiosa se encargó de la gestión del hogar para hombres y niños leprosos en Molokai.
El legado de la Madre Marianne ha inspirado libros, representaciones y canciones y está incluida en el elenco de las figuras más notables de la historia de Hawai.
Además de crear el hogar de mujeres enfermas de lepra en Molokai, dio comienzo al actual «Memorial Hospital» de Maui, el primero de la isla.
