La mayor apertura al antiguo Misal, «una invitación a la reconciliación»

«Las puertas están abiertas», reflexiona el cardenal francés Barbarin

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LYÓN, jueves, 12 julio 2007 (ZENIT.org).- Bajo el título «Una invitación a la reconciliación», el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyón y primado de las Galias propone una reflexión sobre el «Motu proprio» de Benedicto XVI «Summorum pontificum»: es un adelanto a los lectores de Zenit, cortesía de «France Catholique», donde se publicará el próximo 20 de julio.

El purpurado francés invita a la relectura atenta de la constitución del Concilio Vaticano II sobre la sagrada liturgia «Sacrosanctum Concilium», promulgada el 4 de diciembre de 1963.

Dos usos del único rito romano para reforzar la reconciliación dentro de la Iglesia: ha sido el objetivo de Benedicto XVI con la promulgación, el 7 de julio, de la Carta Apostólica en forma de «Motu proprio» «Summorum Pontificum» sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma de 1970. El Papa acompaña el documento de una carta a los obispos de todo el mundo.

El Motu Proprio establece que el Misal Romano promulgado por Pablo VI (procediendo a la reforma litúrgica, en 1970) –y reeditado dos veces por Juan Pablo II– es y permanece como forma normal u ordinaria de la Liturgia Eucarística de la Iglesia católica de rito latino.

Por su parte, el Misal Romano promulgado por San Pío V y editado nuevamente por el beato Juan XXIII (en 1962) podrá ser utilizado como forma extraordinaria de la celebración litúrgica.

Si bien este Motu Propio no se ha hecho específicamente para los seguidores del arzobispo cismático francés Marcel Lefebvre (que fundó la Fraternidad Sacerdotal San Pío X), ciertamente el documento les «abre la puerta de par en par para un retorno a la plena comunión» con la Iglesia católica, como expresó recientemente el presidente de la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», el cardenal Darío Castrillón Hoyos, recalcando que, en cualquier caso, la antigua Misa nunca fue abolida ni prohibida.

Superior general de la cismática Fraternidad San Pío X, monserñor Bernard Fellay escribió una carta, con ocasión de la promulgación del Motu proprio, reconociendo «el favorable clima establecido por las nuevas disposiciones de la Santa Sede».

Pero en su opinión «es necesario que el innegable avance litúrgico obrado por el Motu propio se siga –después de la retirada del decreto de excomunión- de discusiones teológicas».

Ésta es la reflexión del cardenal Barbarin:

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Las puertas están abiertas

«Para comprender la decisión del Papa, recordemos -invita el cardenal Barbarin- lo que compartió con los cardenales tras su elección. Cuando las puertas de la Capilla Sixtina estaban todavía cerradas, Benedicto XVI explicó la elección de su nombre. Refiriéndose a Benedicto XV, gran artífice de paz, dijo: «En primer lugar, querría vivir un pontificado de reconciliación y de paz».

«Hoy, el Papa piensa que si no hacemos ahora un gesto, la división con los tradicionalistas se convertirá en un cisma irremediable. Confirma, pues, las disposiciones de Juan Pablo II al respecto: si quieren permanecer fieles a Roma, que sepan que las puertas están abiertas para ellos y que su apego a la liturgia antigua no es un obstáculo», afirma el primado de las Galias.

Novedad

«La única verdadera novedad de este «Motu proprio» -insiste el cardenal Barbarin- es que la decisión de acceder a los deseos de los fieles en este campo depende de aquí en adelante de la autoridad de los párrocos. Como hizo Juan Pablo II para los obispos en 1988, Benedicto XVI invita a los párrocos a acoger ‘de buen grado las solicitudes de celebrar la misa según el rito del Misal romano editado en 1962′».

La imposible exclusión del Misal romano actual

Pero por otra parte también, añade el arzobispo de Lyon, «el Papa invita a los tradicionalistas a reconocer el valor y la santidad del Misal romano instituido por Pablo VI. Los sacerdotes apegados a la liturgia anterior al Vaticano II, ya sean del Buen Pastor, de la Fraternidad de San Pedro o del movimiento de Ecône, se sentirán ciertamente impresionados por esta fuerte exigencia de Benedicto XVI. Monseñor Felley mismo, responsable de la Fraternidad de San Pío X, dijo que era imposible ser católico siguiendo separado de Roma. Será por tanto un verdadero progreso para la unidad si aceptan reconocer ‘el valor y la santidad’ del Misal de Pablo VI con el que celebro la misa cada día desde mi ordenación y si cesan también de ‘excluir por principio la celebración según los nuevos libros'».

El cardenal Barbarin reubica además el documento en la línea del Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía que coronó el año de la Eucaristía querido por Juan Pablo II, y de la Exhortación apostólica postsinodal de Benedicto XVI, y en la línea de la constitución conciliar «Sacrosanctum concilium»: «Notemos que Benedicto XVI pide a todos penetrar en la dimensión divina y sagrada de la Eucaristía. Por mi parte, deseo que todos releamos atentamente la constitución del Vaticano II sobre la liturgia. Éste será el mejor camino para rehacer la unidad, siempre frágil en la Iglesia».

Lex orandi, lex credendi

El cardenal Barbarin explica lo que significa el viejo adagio «lex orandi, lex credendi» en estos términos: «En efecto, la liturgia es una expresión esencial de la fe de la Iglesia según el principio bien conocido ‘lex orandi, lex credendi’ (nuestra oración expresa nuestra fe). La celebración de la Eucaristía encierra todo el misterio pascual. Nos superará siempre, porque es a la vez la alegría del Jueves Santo (comunión), el drama del Viernes Santo (sacrificio) y el Misterio de la Resurrección en la mañana de Pascua (presencia). Ella resume lo esencial de nuestra fe».

«En cuanto a un eventual juicio sobre el Concilio, no hay ni cuestión ni duda posible. Benedicto XVI escribe, en efecto: ‘El temor de disminuir la autoridad del Concilio Vaticano II y de ver poner en duda una de sus decisiones esenciales no tiene fundamento'», insiste el cardenal Barbarin.

Volver a los textos del Concilio

«Mi esperanza es que este gesto claro del Santo Padre lleve a los que sean todavía reticentes a retomar los textos del Concilio, a aceptarlos interiormente en la fe y a conformarse a ellos en toda su vida cristiana, y especialmente en su ministerio sacerdotal. Todos necesitamos volver a esta enseñanza que yo miro como la fuente de renovación y de unidad en la Iglesia», concluye el cardenal Barbarin.

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ZENIT Staff

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