La militarización de la frontera entre México y Estados Unidos no es la solución

Afirma un representante del episcopado estadounidense antes de la propuesta de Bush

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WASHINGTON, martes, 16 mayo 2006 (ZENIT.orgEl Observador).- El discurso, que el presidente George W. Bush dirigió este lunes a los estadounidenses sobre el tema de las reformas migratorias, ha sido recibido con cautela en medios eclesiásticos de México y Estados Unidos.

Ya los obispos de Estados Unidos habían expuesto su temor de que pudieran desplazarse miembros de la Guardia Nacional hacia la frontera con México, pues esto implicaría la militarización de este enclave de tres mil kilómetros y que presenta un número estimado en 400 millones de cruces al año.

En un comunicado emitido horas antes de la alocución de Bush, el obispo de San Bernardino, Gerald R. Barnes, presidente del Comité de Migración de la Conferencia episcopal de EE UU, pidió al presidente que en lugar de un eventual envío de tropas a la frontera, lo que la Iglesia católica exige a los legisladores del país del Norte es una reforma migratoria integral, que contemple la legalización de los trabajadores y la integración legal de sus familias.

Tras reconocer que el tema migratorio había sido solapado por muchos años desde la presidencia de Estados Unidos, el pastor católico de San Bernardino recalcó que los obispos de su país habían venido tocando el tema como una urgencia imperiosa, pero con la exigencia de enfrentar «la crisis de la inmigración de una manera justa, humana e integral».

Sin desconocer que los Estados Unidos necesitan seguridad en sus fronteras, el obispo Barnes –a nombre de la Conferencia episcopal de EE UU– añadió que «en los últimos doce años, nuestra nación ha gastado millones de dólares para reforzar la frontera, ha triplicado el número de agentes de la Patrulla Fronteriza a lo largo de la frontera con México» y la inmigración ha ido creciendo, así como el número de muertes de inmigrantes.

«Los obispos de Estados Unidos –arguyó el obispo Barnes– han sido firmes en señalar que la solución real a la crisis migratoria pasa por una aproximación integral al problema; esto incluye una estrategia de largo plazo para hacer frente a las causas de raíz del problema, como lo es el combate a la pobreza en los países expulsores de migrantes».

Esta reforma que han estado promoviendo los obispos estadounidenses, «también incluye una reforma integral a las leyes migratorias de Estados Unidos y la creación de caminos legales para que los migrantes trabajen junto con sus familias, con seguridad, ordenadamente y de una manera mucho más humana», concluye en su comunicado el obispo de San Bernardino.

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ZENIT Staff

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