La Misa en San Pedro «para la elección del Papa», paso a paso

La solemne concelebración marcará el comienzo de los actos de elección

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 16 abril 2005 (ZENIT.org).- Los 115 cardenales electores del Sumo Pontífice, procedentes de 52 países de los cinco continentes, concelebrarán solemnemente el lunes a las 10.00 horas en la Basílica Vaticana la Misa «Pro Eligendo Romano Pontifice» («para la elección del Romano Pontífice») unidos en oración a la Iglesia universal en un momento que marca el comienzo de los actos de elección del nuevo Papa.

Presidida por el Decano del Colegio cardenalicio, el cardenal Joseph Ratzinger, a la solemne concelebración eucarística «están vivamente invitados todos los demás Cardenales, los Obispos, los sacerdotes, los diáconos, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, los laicos de todo el pueblo de Dios presentes en Roma, para manifestar unánimemente la comunión de la Iglesia y elevar oraciones» (Cf. «Ordo Rituum Conclavis» n.
18).

En los «Ritos del Cónclave» se advierte que es «de grandísima importancia la concelebración eucarística de los Cardenales electores antes del ingreso en Cónclave», que propiamente tendrá lugar a las 16.30 horas cuando en procesión, se dirijan a la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico del Vaticano, lugar exclusivo de la elección.

Y es que los purpurados habrán de discernir con su voto a quien, «como sucesor de Pedro en la sede de la ciudad de Roma, es Cabeza visible de toda la Iglesia y Siervo de los Siervos de Dios».

De ahí que el «Ordo» pida –siguiendo lo establecido por Juan Pablo II en la Constitución Apostólica «Universi Dominici Gregis» (Cf. n. 84)– que «todos los pastores y los fieles en todo el mundo, eleven a Dios fervientes oraciones para que ilumine las mentes de los electores y los haga concordes en el desarrollo de su misión, de forma que la elección del Romano Pontífice sea solícita, unánime y sirva a la salvación de las almas y al bien de todo el pueblo de Dios» (n.
19).

Ornamentos rojos se usarán en la Eucaristía, cuya liturgia está marcada por una fuerte alabanza, oración de petición y lecturas que aluden a la vocación del Pastor de la Iglesia universal.

«Oh Dios, pastor eterno, que gobiernas a tu pueblo con solicitud de padre, da a tu Iglesia un pontífice a ti agradable por santidad de vida, enteramente consagrado al servicio de tu pueblo», rogará el celebrante en la oración de la Colecta.

La primera lectura será del libro del profeta Isaías (61,1-3a. 6a. 8b-9) –«El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos (…)»–.

Tras el salmo responsorial [88 (89)] se leerá la segunda lectura, tomada de la carta de San Pablo a los Efesios (4,11-16) –«Cristo dispuso que unos fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores, otros pastores y maestros, para edificación del cuerpo de Cristo»–.

A continuación se proclamará el Evangelio según San Juan (15,9-17) –«No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca (…)»–. Inmediatamente el cardenal Ratzinger pronunciará la homilía.

En la oración de los fieles, después de pedir «por la Iglesia difundida por toda la tierra, para que Dios la custodie y la proteja», se rogará especialmente «por los cardenales llamados a elegir al Romano Pontífice; para, que iluminados por la gracia del Espíritu Santo, indiquen un digno padre y pastor de la Iglesia, que se dedique con todas las fuerzas al servicio del pueblo de Dios».

Igualmente se orará por el difunto Papa Juan Pablo II, «quien en la tierra guió al pueblo de Dios con apostólica caridad, con la palabra y las obras: para que repose con Cristo, Buen Pastor, en la beatitud, en la luz y en la paz».

A la misión del Espíritu Santo en la Iglesia se hará referencia en el Prefacio cuando quien preside la celebración, dando gracias a Dios Padre, exprese: «En todo tiempo tú das energías nuevas a tu Iglesia y a lo largo de su camino admirablemente la guías y la proteges. Con el poder de tu Santo Espíritu le aseguras tu apoyo, y ella, en su amor confiado, nunca se cansa de invocarte en la prueba, y en la alegría siempre te da gracias por Cristo nuestro Señor».

Y después de la comunión, orando: «Oh Padre, que en este sacramento de salvación nos has restaurado con el cuerpo y sangre de tu Hijo», se pedirá: «Danos un pastor santo que ilumine a tu pueblo con la verdad del Evangelio y lo edifique con el testimonio de la vida».

Concluida la solemne Eucaristía, los purpurados se retirarán hasta su entrada en el primer Cónclave del tercer milenio en la tarde del mismo día, cuyos escrutinios decidirán el sucesor 264 del Apóstol San Pedro, es decir, el 265 Papa de la historia de la Iglesia católica.

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ZENIT Staff

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