La misericordia de Dios que perdona y reconcilia, libera y sana

Segundo día de la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica dedicado a la misericordia de Dios

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Comienza el segundo día del encuentro nacional de la Renovación Carismática en Rímini, Italia. Una jornada dedicada a la misericordia de Dios que perdona y reconcilia, libera y sana.

«Despojada de tu tristeza, Jerusalén… tu serás llamada ciudad del Señor»: este lugar es Jerusalén, esta Asamblea que se abre a una jornada dedicada a la Misericordia. La oración, guiada por miembros de diferentes comités regionales, expresa desde el principio el deseo de un encuentro fuerte con el Señor. «Tengo deseo de encontrarte, Señor», es la palabra clave que desde la tribuna invitan a repetir, acompañada de un signo, el de poner una mano sobre el corazón, tiempo en el que encontrar al Señor, tiempo que hoy será «liberado» del pecado para dejar espacio a Dios.

La oración continúa en la alabanza, Cristo está presente, victorioso sobre cada pecado y cada miseria, mientras que la Palabra es proclamada: «yo seguiré haciendo prodigios, prodigios estupendos, en medio de este pueblo; aquel día, los sordos oirán las palabras del libro, y verán los ojos de los ciegos, libres de tinieblas y oscuridad» (Is 29, 14 ss). El Señor se inclina ante sus hijos y continúa en esta jornada a hacerlo en el sacramento de la confesión para donar «la gracia de la sanación del error». Hoy es el día de la salvación, lo confirma la proclamación de la sanación del ciego en la piscina de Siloé (cf Jn, 9, 6-7). «Señor, tu pasas y rompes las cadenas – responde la asamblea. Esta es nuestra fe. Amén».

Entre los testimonios que se pueden escuchar está el de Francisco, de 51 años, que comenzó en 1995 casualmente a asistir a Bari Bitonto un grupo de RCC. Hasta entonces su vida estaba siguiendo un «camino ya escrito, confirmado por una violencia que comenzó con 17 años», lleno de relaciones superficiales acompañadas de ira y agresividad. Pero la cercanía de los hermanos del grupo de oración, la atención del coordinador, el discernimiento comunitario y eclesial, han dado luz sobre las «cadenas de pecado y de muerte» que lo tenían esclavo del mal. Han sido necesarios diez años antes de volver a ser totalmente libre, quizá –explica Francisco- por las «resistencias humanas y espirituales en mí, y por la causa generacional de mi problema». «Yo soy testigo del Amor poderoso y misericordioso de Dios que me ha perdonado y liberado», dice y, si las heridas del pecado duelen todavía, Francisco hoy está felizmente casado con una mujer «extraordinaria, con la que te tenido dos hijos maravillosos» y cada día alaba al Señor por lo que ha cumplido en su vida por medio de los hermanos de la Renovación.

Una mañana de oración y alabanza, pidiendo a Dios su misericordia a través de los cantos animados por el ministerio de música e invocando al Espíritu Santo que se derrame y sane el corazón de toda la Asamblea, cerca de quince mil personas reunidas en un gran pabellón. En un profundo ambiente de oración, petición y acción de gracias, se siente la acción del Espíritu y la unión entre los fieles reunidos. Entre momentos de silencio y recogimiento y de fuerte alabanza ha transcurrido la mañana.

Finalizando la celebración de la misericordia y el perdón de la mañana, don Guido Pietrogrande anima a los presentes a interceder por los jóvenes, les invita a tomar asiento y a los demás a imponer sus manos sobre ellos y orar. Conscientes de la fragilidad pero también de la belleza de esta edad, ha dicho, pidamos para que el Espíritu derrame su bendición sobre ellos.

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Staff Reporter

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