La Misericordia, dique del amor ante el avance de la secularización

El Congreso Apostólico Mundial de la Divina Misericordia, según el obispo español Munilla

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ROMA, miércoles, 2 abril 2008 (ZENIT.org).- «Frente a una secularización de un hombre que no entiende su propia existencia», «volvemos a proclamar»: «abramos el corazón de par en par a Cristo porque el mayor fruto que nos trae es el don del amor, el don de su misericordia»: así explica el obispo español José Ignacio Munilla el sentido del primer Congreso Apostólico Mundial de la Divina Misericordia, devoción amada por Juan Pablo II y subrayada por Benedicto XVI.

De hecho, el Papa Joseph Ratzinger, con la solemne Eucaristía que ha presidido en la mañana de este miércoles en memoria de Juan Pablo II –en el tercer aniversario de su fallecimiento–, ha abierto el Congreso, primero en su género.

Hasta el 6 de abril Roma acoge la gran cita mundial que une conferencias de cardenales, de obispos, de representantes de otras confesiones cristianas, celebración de los sacramentos, adoración eucarística, misión ciudadana, festival misionero y espectáculos.

La nutrida delegación española inscrita en el Congreso cuenta con el cardenal primado Antonio Cañizares como presidente y con el obispo Munilla como secretario, quien explica a Zenit el sentido de esta convocatoria a las pocas horas de su inicio. 

Se ha buscado su coincidencia con el tercer aniversario de la muerte de Juan Pablo II, «gran padre de esta devoción de la divina misericordia» que se difundió con santa Faustina Kowlaska. «Bajo esa especie de pastoreo que sigue teniendo en la Iglesia», el Papa Wojtyla «nos quiere transmitir que ahora mismo necesitamos de esta devoción de la Divina Misericordia para llevar adelante lo que llamó «la nueva evangelización»», expresa monseñor Munilla.

Ésta consiste en «transmitir al mundo con ardor nuevo, con métodos nuevos, un mensaje de plena actualidad, que es que Dios nos quiere, que Dios está enamorado del hombre y nos busca denodadamente –recalca– y no ceja hasta encontrarnos, hasta encontrarse personalmente con nosotros».

«Nos damos cuenta de que la Divina Misericordia es el instrumento para llevar esa evangelización a todos los pueblos», afirma.

La raíz de esta iniciativa de Juan Pablo II está en el «misterio del gran dolor del siglo XX», que él mismo experimentó, con conflictos bélicos y un «mal que se hizo especialmente encarnizado con Europa oriental».

En ese momento de dolor, Europa y tantos otros lugares sintieron la necesidad de la Misericordia» –recuerda el prelado–, y esta devoción «ha sido providencial para muchos pueblos que han sentido de una manera muy especial el zarpazo del mal en sus carnes».

Libre de regímenes dictatoriales, esta Europa  «sigue estando necesitada de la Misericordia», advierte monseñor Munilla.

Igualmente «la secularización occidental ahora mismo necesita un sentido, una luz», y «esta devoción de la Divina Misericordia transmite un gran mensaje»: «la vida tiene sentido porque hay un corazón que nos quiere de una manera total e incondicional, que es el corazón de Cristo», sintetiza.

Llamada a España

Monseñor Munilla, en su conversación con Zenit, observa que «ciertamente se vive un momento en España de una secularización especialmente orquestada, estructurada».

«Creo que cada vez que se pretende dar una explicación de la existencia del hombre –una antropología– sin Dios, el hombre es más pobre»; «nunca lo ha sido tanto como cuando ha sido presentado al margen de ese Dios creador del cual es imagen y semejanza», alerta.

Al hilo del Concilio Vaticano II «decimos una cosa» –continúa–: «Solamente en Jesucristo el hombre descubre su auténtica riqueza» porque «Él revela al hombre su propia dignidad».

«Frente a una secularización de un hombre que no entiende su propia existencia –insiste– le volvemos a proclamar: abramos las puertas a Jesucristo porque en Él entenderemos la dignidad del hombre».

Y es que «el amor de Dios al hombre tiene una forma de ser expresado: Misericordia», describe.

Por otro lado, la participación de la delegación de España en el Congreso desea «hacer presente esta nación que está consagrada al Corazón de Cristo». «Consideramos que el misterio de la Divina Misericordia empalma con la tradición de la citada devoción» y la renueva, apunta el prelado.

Otra necesidad en España es la constitución, a nivel nacional, de la Asociación de la Divina Misericordia.

«Está constituida en algunas diócesis puntualmente, pero no estructurada a nivel nacional. Y creo que es importante que también se dé ese paso -subraya monseñor Munilla–, que este Congreso Mundial de la Divina Misericordia nos dé el impulso para que en España nos organicemos y de esa manera seamos más eficaces en nuestro apostolado».

De hecho, el prelado en cierta forma acompaña esta iniciativa, también «por el hecho de tener un escudo episcopal que es el Corazón de Cristo».

Una cercanía que no responde a «ningún tipo de mandato expreso», pero que monseñor Munilla lleva a cabo «con la conciencia de que para que se pueda constituir oficialmente [la asociación] hace falta que alguien dé un impulso», según confirma.

Forma parte de la delegación llegada de España la hermana Glenda, conocida cantautora de música para la evangelización, invitada por el Congreso para que, igual que otros grupos, acompañe y anime momentos de adoración o misioneros.

Web oficial: http://www.worldapostoliccongressonmercy.org

Por Marta Lago

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ZENIT Staff

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