La mitad de los cristianos han abandonado Irak

Según informa el obispo Andraos Abouna

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BAGDAD, jueves, 21 diciembre 2006 (ZENIT.org).- La violencia que todos los días flagela Irak ha provocado la emigración masiva a otros países de la mitad de los cristianos iraquíes, informa un representante del patriarcado caldeo.

Monseñor Andraos Abouna, obispo auxiliar de Bagdad, ha expuesto a la asociación «Ayuda a la Iglesia Necesitada» la labor que los líderes eclesiales están realizando para acoger a los más de 35.000 cristianos que han buscado refugio en Siria.

La Iglesia está ayudando a estos y otros refugiados a buscar alojamiento, comida y atención médica. Benedicto XVI pidió ayuda para ellos el 17 de diciembre al rezar el Ángelus.

Ayuda a la Iglesia Necesitada ha ofrecido una ayuda de emergencia a los cristianos desesperados por huir del conflicto religioso y la extrema pobreza de Irak.

Esa institución está colaborando de cerca con el obispo de Alepo, monseñor Antoine Audo, líder de los cristianos caldeos en Siria, quien ha lanzado un programa de ayuda humanitaria para los refugiados que se desarrolla principalmente en Damasco.

El proyecto incluye paquetes de alimentos y financiación de operaciones quirúrgicas urgentes.

Monseñor Abouna informa: «Esta gente necesita urgentemente ayuda, y nosotros hacemos todo lo que podemos. Le estamos muy agradecidos a Ayuda a la Iglesia Necesitada por su ayuda».

El obispo subraya que los cristianos que aún permanecen en Irak afrontan un peligro creciente, y señala que los refugiados en Siria han informado de que los cristianos –y otros– reciben amenazas de muerte y que a las mujeres y niñas se las obliga a llevar el velo según la ley islámica.

Para los creyentes, el cierre forzado de hasta una docena de iglesias, conventos y otros edificios eclesiales en el barrio de Al Dora de Bagdad ha supuesto un durísimo golpe. Los islamistas que impulsan la limpieza étnica han expulsado a los cristianos de Al Dora, antes conocido como «el Vaticano de Irak», informa el prelado.

«Claro que la gente está asustada. Sin embargo, hay algo más fuerte que el miedo: su fe», concluye.

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ZENIT Staff

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