La muerte confiscada, o el ocaso de los ritos fúnebres

Habla el director del nuevo servicio de pompas de la arquidiócesis de París

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PARÍS, 31 octubre 2002 (ZENIT.org).- Al constatar que la muerte se ha convertido en un mero negocio para muchos servicios y empresas de pompas fúnebres, la arquidiócesis de París lanza este 1 de noviembre un servicio en este sector.

Para comprender mejor este proyecto piloto, Zenit ha entrevistado al director de la institución que promueve la iniciativa, el Servicio Católico de Funerales (SCF), Christian de Cacqueray, de 40 años.

Cacqueray acaba de publicar el libro «La muerte confiscada, ensayo sobre el ocaso de los ritos funerarios» («La mort confisquée, essai sur le déclin des rites funéraires», Editions CLD), cuyo prefacio ha sido escrito por el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París.

–¿Por qué habla usted de «muerte confiscada»?

–Antes de ser confiscada, la muerte es ocultada. Es el resultado de muchas tendencias sociales surgidas en las sociedades occidentales; en particular, de la actual concepción de la medicina. La ocultación, que margina la realidad de la muerte de la vida social, favorece la «profesionalización» a ultranza de los servicios fúnebres. Dado que las relaciones entre vecinos y la religión ya no permite responder a las necesidades de las familias en luto, las empresas de pompas fúnebres ocupan un terreno que ha quedado vacío. Esto se puede constatar particularmente en los nuevos lugares de acogida de las personas fallecidas y de sus familias, como por ejemplo, los crematorios. En este sentido, se puede decir que la muerte –nuestra muerte– se convierte en una realidad confiscada. Y como usted se puede imaginar, esta «confiscación» plantea implicaciones humanas y religiosas particularmente graves.

–¿Cómo ha llegado usted a esta conclusión?

–Participo en el sector funerario por motivos profesionales desde hace más de diez años. Primero como director de comunicación de una gran empresa de pompas fúnebres, y luego como director del Servicio Católico de Funerales (SCF), que fundé en el año 2000, en París, a petición del cardenal Lustiger. A partir de este 1 de noviembre de 2002, el SCF se convierte en servicio de pompas fúnebres.

–¿Qué servicios ofrecerán?

–El SCF, al igual que una empresa, pero manteniendo su identidad de asociación, ofrece todos los servicios fúnebres en caso de fallecimiento. El hecho de que el SCF sea una asociación significa que la lógica mercantil no es nuestra primera preocupación (la prioridad será ofrecer la visión cristiana de la muerte).

–Ante este panorama que usted constata, en el que la muerte queda cada vez más «confiscada», ¿cómo ve el futuro?

–En Francia nos encontramos en un momento decisivo. Ante generaciones cada vez más descristianizadas, ¿qué respuesta ofrecerá la Iglesia católica que no se deja influenciar por lógicas de organización o de dinero? La pastoral de los funerales, tan dependiente de estos sistemas, corre el riesgo de perder su auténtica identidad. Se requiere por tanto reaccionar, y pasar a una pastoral de propuestas.

–¿De qué tipo?

–El SCF de la arquidiócesis de París ofrece una respuesta modesta y sencilla: dado que las estructuras de pompas fúnebres tienen un papel preponderante en la organización de las exequias, hemos decidido dotar a la Iglesia de una estructura equivalente. Los objetivos son tres:

~Para las familias, es un signo concreto de la solicitud de la Iglesia con respecto a las personas en luto.

~Para la pastoral de la Iglesia, es un medio de concreto transmitir su visión cristiana de la muerte.

~Para el sector fúnebre, sugiere una nueva manera de trabajar, presentándose como un potencial instrumento regulador ante los excesos siempre posibles.

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ZENIT Staff

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