La muerte de Reagan enciende el debate sobre las células madre

Investigación médica contra principios morales

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WASHINGTON, sábado, 26 junio 2004 (ZENIT.org).- Quienes proponen la investigación con células madre de embriones humanos se han aprovechado de la publicidad que ha rodeado la muerte del antiguo presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, para presionar de forma que se ponga fin a las restricciones en la financiación federal de este controvertido trabajo.

58 miembros del Senado de Estados Unidos enviaron una carta al presidente George Bush pidiéndole que levantara los límites impuestos hace ya casi tres años, informaba el 8 de junio el Washington Post.

El 9 de agosto de 2001, Bush ordenó a los Instituto Nacional de Salud (NIH) que no financiara la investigación con células madre tomadas de embriones destruidos después de esa fecha. En consecuencia, el NIF identificó un número de líneas de células madre que cumplían las directrices y podrían recibir financiación del gobierno.

El mes pasado, 206 miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos enviaron una petición similar a Bush, observaba el Washington Post. Asimismo, Nancy Reagan habló a favor de la investigación con células madre. «Este tema es especialmente conmovedor por el fallecimiento del presidente Reagan», afirmaba la senadora Dianne Feinstein, una demócrata de California y una de los cinco organizadores de la carta al presidente. «La investigación con células madre de embriones podría tener la clave de una cura para el Alzheimer y otras terribles enfermedades».

Numerosos editoriales apoyaron la súplica, uniendo la necesidad de financiación federal a la muerte de Reagan. Un editorial del New York Times del 8 de junio expresaba la esperanza de que Nancy Reagan renovase sus esfuerzos para levantar todas las restricciones a la investigación sobre células madre, «quizás la ruta más prometedora hacia la cura del Alzheimer y otras afecciones devastadoras».

El editorial del 9 de junio del Philadelphia Inquirer declaraba que las restricciones de Bush son «una terrible pérdida de células humanas que podrían usarse para salvar vidas humanas». Y el editorial del 8 de junio de USA Today declaraba: «Liberar a los investigadores de innecesarias restricciones que podrían bloquear el progreso podría ser una forma apropiada de recordar y honrar a Ronald Reagan».

Los artículos de opinión también se hicieron eco de la demanda de financiación federal. «Las células madre, los bloques constructivos del cuerpo, son con razón la gran esperanza de los científicos que piensan que pueden unirse a los diversos tipos de células para reparar órganos o tratar enfermedades como el Alzheimer», comentaba el 9 de junio la columnista del Boston Globe, Ellen Goodman.

Escribiendo en el San Francisco Chronicle el 7 de junio, John Curtis afirmaba que las creencias cristianas están detrás de la decisión de Bush de limitar la financiación del gobierno. «Bloquear la investigación con células madre de embriones cruza una peligrosa línea, permitiendo que la comunidad religiosa vete la investigación científica», defendía.

El tema también promete convertirse en parte de la campaña electoral presidencial. El todavía no oficial candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, pidió al presidente Bush que levantara las restricciones a la investigación con células madre de embriones, informó el 12 de junio Reuters.

El portavoz de la Casa Blanca replicó, diciendo que Bush «sigue creyendo firmemente que no deberíamos cruzar la línea moral fundamental de financiar o respaldar la destrucción de embriones humanos».

No es la respuesta para el Alzheimer
El 10 de junio un artículo del Washington Post tiraba un jarro de agua fría a las pretensiones de que las células madre podrían proporcionar una cura al Alzheimer. «Creo que es pequeña la oportunidad de reparar los cerebros con Alzheimer poniendo células madre», afirmaba el investigador en células madre, Michael Shelanski, co-director del Instituto Taub para la Investigación del Mal de Alzheimer y el Envejecimiento Cerebral en el Centro Médico de la Universidad de Columbia en Nueva York.

«La ola de entusiasmo inspirado por Reagan puede ser un ejemplo de cómo una línea modesta de investigación puede fácilmente agrandarse en la mente pública hasta proporciones mitológicas», observaba el artículo.

También se suscitaron objeciones al uso del nombre de Reagan para justificar la investigación de células madre. «Los antecedentes de Ronald Reagan revelan que ningún tema tenía mayor importancia para él que la dignidad y santidad de toda vida humana», comentaba William Clark, consejero de seguridad nacional y secretario de interior bajo Reagan, en el New York Times del 11 de junio.

Clark también defendía que Reagan habría sido también poco proclive a favorecer la utilización de fondos gubernamentales para tal investigación. «Él entendía el significado de poner el imprimatur de la nación, a través de la financiación pública, a una investigación cuestionable», afirmaba Clark. De hecho, hacía notar que Reagan impuso de facto, durante su presidencia, la prohibición de financiación federal para la investigación con embriones.

Una granja fetal
Debra Saunders, escribiendo el 9 de junio en el San Francisco Chronicle, apuntaba que el lobby que está a favor de las células madre ha «encuadrado el tema como una batalla entre los científicos iluminados, que sólo quieren ayudar a Christopher Reeve a caminar y a los pacientes de Alzheimer a tener lucidez, y los repugnantes ludistas religiosos –encabezados por el presidente Bush– que se preocupan más por los cigotos que por la gente».

Pero el tema es más complejo, precisaba Saunders. Mientras se pedía que se levantaran las actuales restricciones, el senador Feinstein y otros proponían una legislación que hiciera legal la clonación de embriones usando dinero de los contribuyentes, observaba Saunders. Bajo esta propuesta, los clones serían destruidos dentro de los primeros 14 días y usados sólo para la investigación.

«Todo el mundo dice que queremos investigar con células madre para curar a los enfermos. Pero es importante cómo se cura a la gente», afirmaba Saunders. Convertir a las personas en mercancías es un paso peligroso, advertía. «¿Qué distancia hay entre un embrión clonado de 14 días y una granja fetal –producir fetos para cosechar partes del cuerpo?».

Eric Cohen, consultor del Consejo de Bioética del presidente Bush, puso objeciones a la destrucción de vida humana como resultado de la investigación con células madre. Escribiendo el 8 de junio en USA Today, Cohen defendía que aunque los embriones destruidos pueden ser pequeños, «el tamaño no define la humanidad de una persona». Y aunque muchos no tengan la oportunidad de desarrollar la consciencia humana en un estadio tan temprano, «la dignidad humana no reside sólo en nuestra consciencia».

Cohen también observaba que la política de Bush no impide la investigación en el sector privado, por el contrario lo que evita es «que se fuerce a todos los contribuyentes a apoyar la destrucción de un nuevo embrión».

De hecho, la investigación usando células madre de embriones avanza rápidamente sin ninguna financiación federal. El gobernador de Nueva Jersey, James MacGreevey, firmó hace poco la legislación necesaria para establecer un centro de investigación apoyado por su estado, informó el 13 de mayo el New York Times. El Instituto de Células Madre de Nueva Jersey será dirigido conjuntamente por la Universidad Rutgers y por la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey. McGreevey ha propuesto 6,5 millones de dólares para el instituto en una propuesta presupuestaria, que espera su aprobación en esta legislatura.

En cuanto al sector privado, sigue adelante la investigación con células madre, informaba el 18 de diciembre el Wall Street Journal. Un ejemplo es la financi
ación proveniente de la Fundación para la Investigación de la Diabetes Juvenil de Nueva York, que ha respaldado la investigación con células madre de embriones en cuatro laboratorios de Estados Unidos. Uno de ellos, en la Universidad de Harvard, ha creado 17 nuevas líneas de células.

Y hace dos semanas, los científicos del Instituto de Genética Reproductiva de Chicago anunciaban que habían aislado 12 nuevas líneas de células madre, informaba el 9 de junio Associated Press. Las células provienen de embriones no utilizados donados por parejas que se habían sometido a genética prenatal en el centro.

Sacrificar vida
En numerosas ocasiones la Iglesia católica ha expresado su oposición a la investigación con células madre de embriones, sea cual sea la fuente de financiación. La investigación biomédica «debe respetar plenamente la dignidad inalienable de cada uno como persona, su derecho a la vida y su integridad física substancial», establece el comunicado conclusivo de la Novena Asamblea General de la Pontificia Academia para la Vida, reunida en el Vaticano en febrero de 2003.

«La actitud que adoptan algunos sobre la legitimidad de sacrificar la integridad (física y genética) de seres humanos en estado embrional para destruirlos, como algo necesario, para beneficiar a otros individuos humanos es además totalmente inaceptable», afirmaba el comunicado. «Nunca será moralmente lícito hacer intencionadamente el mal para conseguir fines que son buenos en sí mismos». Un principio que suele ser pasado por alto por quienes apoyan la investigación con células madre de embriones.

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ZENIT Staff

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