La mujer entre dos fuegos: familia y trabajo

Las opiniones son muchas; la conclusión única: no hay una receta

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ROMA, 13 abril 2002 (ZENIT.org).- Dos simposios recientes en Roma reafirmaron lo que millones de mujeres del mundo ya sabían por propia experiencia: quienes “lo quieren todo” –matrimonio, hijos y una carrera– tienen que afrontar decisiones nada de fáciles.

Las mujeres tienen que vérselas con una tensión constante entre su papel de “reina de la casa” y su deseo de realización personal en el mundo laboral, afirmaba la psicóloga Maria Rita Parsi. Sus declaraciones forman parte de los contenidos de una conferencia internacional organizada por el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, que tuvo lugar el 7 de marzo bajo el título: “Mujer entre Familia y Trabajo”.

Parsi, presidenta de la Fondazione Movimento Bambino en Italia, observaba que muchas mujeres sufren un cierto sentido de culpabilidad si descuidan su papel como madres en aras del progreso en su trabajo. Por este motivo, afirmó, la sociedad necesita valorar tanto a las mujeres que optan por la maternidad como a aquellas que eligen dedicarse al trabajo remunerado fuera de casa.

La psicóloga también observaba que algunas mujeres temen la perspectiva de no dar la talla cuando se comparan con modelos poco realistas basados en el consumismo y el egoísmo. Sienten asimismo la presión de imitar los modos masculinos de comportamiento en el lugar de trabajo, especialmente en el estilo de expresión personal y comunicación, afirmaba Parsi.

Para Martha Alicia Alles, consultora en administración de empresas y profesora en la Universidad de Buenos Aires, Argentina, es importante que las mujeres decidan qué tipo de carrera profesional, desean seguir, si lo deciden.

A veces, notaba Alles en el Congreso celebrado en Roma, las mujeres no pueden progresar en su lugar de trabajo, pero no porque tengan que hacer frente a la discriminación, sino porque prefieren dar prioridad a las actividades familiares. Algunas incluso eligen dejar su trabajo totalmente, para dedicarse a su papel doméstico. Y una vez que crecen los hijos, algunas mujeres hacen frente a grandes obstáculos para volver a su puesto de trabajo porque el mercado de trabajo no acepta fácilmente a las personas mayores.

No hay una receta única para ayudar a las mujeres a equilibrar sus papeles en la sociedad, observaba Alles. Sin embargo, aunque las mujeres tienen condiciones más duras que los hombres para lograr este equilibrio, se encuentran en la mejor situación que jamás han disfrutado, afirmaba.

Nunca antes han tenido tantas oportunidades en términos de nivel educativo y libertad de elección de la forma de vida que desean, afirmaba Alles. Por otra parte, el trabajo actual da prioridad a la inteligencia sobre la fuerza física, un cambio destacable en comparación con el pasado.

Para ejercer esta mayor libertad, las mujeres necesitan escuchar a Dios, afirmó en su conferencia Marjorie Dannenfelser, presidenta del Susan B. Anthony List, un comité de acción política dedicado a la elección de mujeres pro-vida para el Congreso de Estados Unidos y para cargos ejecutivos del Estado.

Dannenfelser afirmaba: “Tenemos que pedir constantemente a Dios que nos ayude a valorar de nuevo las antiguas decisiones a la luz de nuestras prioridades. Es algo que difícil y solitario. Pero, gracias a Dios, estamos juntas en la lucha en un mundo que tiene una sed profundo de auténtico liderazgo femenino”.

Para combinar los diversos papeles en sus vidas, las mujeres necesitan “disciplina y organización, perseverancia ante los problemas y, sobre todo, confianza en Dios que hará de nuestras vidas algo hermoso –una obra de arte inefable– si le dejamos” afirmaba la presidenta del comité.

El segundo encuentro sobre mujeres y trabajo tuvo lugar el 15 de marzo, organizado por el Centro Italiano Femminile. Alba Dini Martino, presidenta del centro, dijo al periódico Avvenire que los datos en este campo parecen en ocasiones contradictorios. En Italia, por ejemplo, la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es del 39,3% –nivel inferior al de muchos otros países–, afirmaba. Sin embargo, el índice de natalidad de Italia está entre los más bajos del mundo. En contraste, Francia tiene un porcentaje más alto de mujeres en el mundo laboral (54,8%), así como un índice de natalidad notablemente más alto.

Para complicar más la vida de las mujeres, afirmaba Dini Martino, está la tendencia de que los hijos vivan en casa hasta una edad mucho más alta. Algunas madres tienen que atender a sus descendientes hasta que éstos alcanzan los treinta años.
<br> Opiniones contrastadas
El conflicto entre familia y trabajo en la vida de las mujeres suscita opiniones diversas. Una respuesta radical –probablemente demasiado radical incluso para muchas feministas– fue expresada por Rachel Roberts en un artículo de opinión publicado el 3 de enero en el Sydney Morning Herald. Su consejo: Es mejor no tener hijos.

La autora tiene casi 30 años y afirma, “nunca como ahora he estado más segura de no querer tener hijos”. Roberts declara que, a pesar de los muchos años de feminismo, la sociedad todavía espera que las mujeres tengan hijos. Ella defiende, por el contrario, que tener hijos no es más que una pérdida de tiempo y energías, que se podrían dedicar a otras actividades.

Otros afirman que es mejor que las mujeres tengan primero hijos, y que solamente después se preocupen de otros temas, como la carrera profesional. Así lo afirma Sylvia Ann Hewlett en su reciente libro “Baby Hunger”, informaba el 17 de marzo el periódico de Londres Observer.

Hewlett, antigua consejera del que fue líder del Partido Laborista británico, Neil Kinnock, observaba que las mujeres que deciden establecerse profesionalmente antes de tener familia corren el riesgo de no poder tener hijos más adelante. Muchas mujeres no se dan cuenta de cómo cae en picado su fertilidad a partir de los treinta, advertía.

Joe Thompson, coordinador de un grupo dedicado a ayudar a las personas que no pueden tener hijos, dijo al Observer: “Ha habido un aumento definido en el número de mujeres profesionales, con edades entre los 30 y aproximadamente 35 años, que han contactado nuestros servicios pues se han visto profundamente afectadas por el hecho de haber dejado la posibilidad de tener hijos para demasiado tarde”.

El Observer citaba otro estudio, “El Empleo de las Madres y el Uso de Cuidados para los Hijos”, realizado por Gillian Paull. “La mayoría de mujeres jóvenes afronta un duro chock cuando trata de tener un hijo y una carrera”, afirmaba Paull. De hecho, cuanto más éxito (en su carrera) tiene una mujer, menos posibilidades tendrá de encontrar un marido y de cuidar de sus hijos, añadía.

Una respuesta a este problema, escribía Anne Summers en el Sydney Morning Herald del 25 de febrero, consisten en introducir cuidados infantiles asequibles, preferiblemente cercanos al lugar de trabajo. Hablando en la Cumbre Nacional de Población en Melbourne, Australia, Summers afirmaba que las empresas deberían jugar un papel más importante en la ayuda de las mujeres para que puedan armonizar trabajo y cuidado de los hijos. Para las mujeres de carrera, cuyos relojes biológicos no paran, esta ayuda parece imprescindible.

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ZENIT Staff

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