La noche de Jesús y del papa

La actitud ante los momentos difíciles

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SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 10 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo de nuestro colaborador el obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, en el que hace una reflexión sobre la actitud ente los momentos difíciles que vive la Iglesia.

+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Me llamó mucho la atención que, en la homilía del Jueves Santo por la noche, en vez de predicar sobre la institución de la Eucaristía, el Papa haya descrito con tanta vehemencia la que llamó “noche oscura del monte de los Olivos”. En sus palabras descubro que quiso plasmar la propia noche oscura que estaba sufriendo, pues él ya sabía que alguno de sus colaboradores cercanos lo estaba traicionando, al sustraer documentos privados para darlos a la publicidad.

Refiriéndose a lo que vivió Jesús, la noche antes de su pasión, el Papa habla de “soledad, abandono, oscuridad de la muerte, traición, negación de Pedro, acusación, entrega a los paganos… Jesús sale en la noche. La noche significa falta de comunicación, una situación en la que uno no ve al otro. Es un símbolo de la incomprensión, del oscurecimiento de la verdad. Es el espacio en el que puede prosperar el mal, que debe esconderse ante la luz. La noche es símbolo de la muerte, de la pérdida definitiva de comunión y de vida”. Más adelante habla de “éxodo, extrema humillación, angustia, turbación, marea sucia de toda la mentira y de toda la infamia que le sobreviene, estremecimiento del totalmente puro y santo frente a todo el caudal del mal de este mundo, que recae sobre él, momento de angustia mortal… Los discípulos, cuya cercanía buscó Jesús en esta hora de extrema turbación, como elemento de apoyo humano, pronto se durmieron”. ¿No nos comparte el Papa la noche que él mismo estaba pasando?

En el mensaje de Pascua, insiste en un “Jesús rechazado, capturado, flagelado, condenado a muerte y crucificado; la Bondad en persona, sometida a la maldad humana; la Verdad, escarnecida por la mentira, la Misericordia, injuriada por la venganza… Puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia. Jesús ha pasado por esta trama mortal; parecía derrotado: las tinieblas habían invadido la tierra; el silencio de Dios era total; la esperanza, una palabra que ya parecía vana”.

CRITERIOS

En la Vigilia Pascual, el Papa refleja su sólida fe: “La vida es más fuerte que la muerte. El bien es más fuerte que el mal. El amor es más fuerte que el odio. La verdad es más fuerte que la mentira… La fe, que nos muestra la luz de Dios, es la verdadera iluminación, es una irrupción de la luz de Dios en nuestro mundo, una apertura de nuestros ojos a la verdadera luz. Esta es la luz que vive en virtud del sacrificio. La vela ilumina consumiéndose a sí misma. Da luz dándose a sí misma”.

En el mensaje pascual, remarca esta su fe, que le sostiene en los embates que le han tocado vivir: “La fe renace más viva y más fuerte que nunca, ya invencible, porque está fundada en una experiencia decisiva. Jesús resucitado cambia la condición del hombre y del mundo. Cristo es esperanza y consuelo. Y está presente como fuerza de esperanza a través de su Iglesia, cercano a toda situación humana de sufrimiento e injusticia”.

En la audiencia general del miércoles siguiente, el Papa remarca: “También hoy el Resucitado entra en nuestras casas y en nuestros corazones, aunque a veces las puertas están cerradas. Entra donando alegría y paz, vida y esperanza, dones que necesitamos para nuestro renacimiento humano y espiritual. Sólo él puede correr aquellas piedras sepulcrales que el hombre a menudo pone sobre sus propios sentimientos, sobre sus propias relaciones, sobre sus propios comportamientos; piedras que sellan la muerte: divisiones, enemistades, rencores, envidias, desconfianzas, indiferencias. Sólo él, el Viviente, puede dar sentido a la existencia y hacer que reemprenda su camino el que está cansado y triste, el desconfiado y el que no tiene esperanza”. ¡Qué fe y qué espiritualidad tan profundas!

PROPUESTAS

Consolidemos nuestra fe, como nos pide el Papa: “Dejémonos encontrar por Jesús resucitado. El, vivo y verdadero, siempre está presente en medio de nosotros; camina con nosotros para guiar nuestra vida, para abrirnos los ojos. Confiemos en el Resucitado. La fe en él transforma nuestra vida: la libra del miedo, le da una firme esperanza, la hace animada por lo que da pleno sentido a la existencia, el amor de Dios”.

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ZENIT Staff

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