CIUDAD DEL VATICANO, 15 mayo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II aseguró este jueves que las Naciones Unidas tienen un papel más importante que nunca en la reconstrucción de países y subrayó la importancia del derecho internacional para la paz mundial.
El pontífice presentó su reivindicación al recibir las cartas credenciales de los nuevos embajadores ante la Santa Sede de doce países (Australia, Zimbabwe, Siria, Trinidad y Tobago, Etiopía, Letonia, Islas Fiji, Burundi, Georgia, Vanuatu, Moldavia y Pakistán).
«Desde el período de los grandes conflictos mundiales, la comunidad internacional se ha dotado de organismos y legislaciones específicas para que nunca más estalle la guerra, que mata a las personas civiles inocentes, devastando regiones y dejando plagas que tardan mucho tiempo en curarse», constató el Papa en su saludo conjunto.
«Las Naciones Unidas están llamadas a ser más que nunca el lugar central de las decisiones sobre la reconstrucción de los países y los organismos humanitarios son invitados a renovar su compromiso», afirmó.
«Esto ayudará a los pueblos afectados a hacerse rápidamente cargo de sus destinos –aseguró–, permitiéndoles pasar del miedo a la esperanza, de la incertidumbre al compromiso en la en la construcción de su futuro. Es, además, una condición indispensable para que regrese la confianza en el seno de un país».
El Santo Padre hizo después un llamamiento «a todas las personas que profesan una religión para que el sentido espiritual y religioso sea una fuente de unidad y de paz, que no enfrente nunca los hombres entre sí».
«No puedo dejar de recordar a los niños y jóvenes, que con frecuencia son los más marcados por las situaciones de conflicto –confesó–. Al serles muy difícil olvidar lo que han vivido, pueden verse tentados por la violencia. Nuestro deber consiste en prepararles un futuro de paz y una tierra de solidaridad fraterna».
El obispo de Roma aclaró al expresar estas «preocupaciones de la Iglesia católica» que su compromiso «en la vida internacional, en las relaciones entre los pueblos, así como en el apoyo humanitario» obedece a una «misión primordial: manifestar la cercanía de Dios a cada hombre».
