La oración de escucha permite experimentar que Dios es nuestro Padre; asegura el Papa

El corazón, lugar «en el que Dios habla al hombre y el hombre escucha a Dios»

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 junio 2007 (ZENIT.org).- Para experimentar a Dios como nuestro Padre es necesario cultivar la oración de escucha, afirmó el pontífice, invitando a cada uno de los creyentes a redescubrir la intimidad con Él en su propio corazón.

«El corazón es lo íntimo del ser humano, el lugar donde mora Dios», aclaró el pontífice en la audiencia general de este miércoles ante 40.000 peregrinos.

«En él se realiza ese encuentro en el que Dios habla al hombre, y el hombre escucha a Dios; en el que el hombre habla a Dios y Dios escucha al hombre», añadió en la plaza de San Pedro del Vaticano.

A esta conclusión llegó tras haber presentado la figura de san Cipriano, nacido en torno al año 200, quien tras convertirse al cristianismo a los 35 años, fue elegido obispo de Cartago (norte de África).

Se convirtió en el primer obispo martirizado en ese continente, durante la persecución del emperador Valeriano, en el año 258.

Al recoger la herencia que dejó el obispo mártir, el Papa destacó, entre otras su enseñanza sobre la oración.

«A mí me gusta particularmente su libro sobre el “Padrenuestro”, que me ha ayudado mucho a comprender mejor y a rezar mejor la “oración del Señor”», confesó el Papa teólogo.

Cipriano «subraya que esta oración se conjuga en plural para que quien reza no rece sólo por sí mismo».

«Nuestra oración», explicó el Santo Padre citando literalmente al santo obispo del norte de África, «es pública y comunitaria y, cuando rezamos, no rezamos sólo por uno mismo, sino por todo el pueblo, pues somos una sola cosa con todo el pueblo».

«El cristiano no dice “Padre mío”, sino “Padre nuestro”, incluso en el secreto de su habitación cerrada, pues sabe que en todo lugar, en toda circunstancia, es miembro de un mismo Cuerpo», indicó.

Al explicar la actitud con la que hay que rezar, el Papa volvió a citar una famosísima frase de Cipriano que dice: «Dios no escucha la voz, sino el corazón».

De hecho, indicó, la oración es obra del corazón, no de los labios, pues Dios no mira a las palabras, sino al corazón del orante».

El Papa concluyó invitando tener «este “corazón que escucha”»: «¡nos hace mucha falta! Sólo así podremos experimentar en plenitud que Dios es nuestro Padre y que la Iglesia, la santa Esposa de Cristo, es verdaderamente nuestra Madre».

Con esta meditación, Benedicto XVI continuó con la serie de intervenciones sobre las grandes personalidades de la Iglesia antigua, que viene ofreciendo desde hace meses durante los miércoles.

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ZENIT Staff

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