La oración; «rayo de luz» en un mundo autosuficiente; según el Papa

La contemplación del amor de Dios transforma el mundo, asegura

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 febrero 2003 (ZENIT.org).- La oración de alabanza a Dios por su amor y fidelidad se convierte en testimonio capaz de transformar al mundo, aseguró Juan Pablo II este miércoles.

«La experiencia de oración debe irradiarse en el mundo, transformándose en testimonio para quien no comparte nuestra fe», afirmó el Papa durante la tradicional audiencia general dedicada a comentar el Salmo más breve, el 116, intensa invitación a alabar a Dios por su amor.

En el pasaje poético, el Salmista considera que «la belleza y la alegría de la fe» son capaces de «conquistar» a «todas las naciones» y «todos los pueblos» «con el deseo de conocer, encontrar y alabar a Dios», según constató el obispo de Roma.

La fuerza de la oración, aclaró Juan Pablo II ante los miles de peregrinos congregados en la Sala de las Audiencias Generales del Vaticano, está en la contemplación de dos verdades fundamentales: el «amor» y la «fidelidad» de Dios.

«En un mundo tecnológico minado por un eclipse de lo sagrado –afirmó el Papa–, en una sociedad que se complace en una cierta autosuficiencia, el testimonio de quien ora es como un rayo de luz en la oscuridad».

«En un primer momento, puede que sólo despierte curiosidad –constató–, después puede inducir a la persona reflexiva a plantearse el sentido de la oración y, por último, puede suscitar un creciente deseo de hacer la experiencia».

«Por este motivo –concluyó–, la oración no es nunca un acontecimiento solitario, sino que tiende a dilatarse hasta involucrar al mundo entero».

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ZENIT Staff

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