La pastoral de los gitanos exige impedir escuelas especiales y la esterilización forzada

Petición del Congreso Mundial de la Pastoral para los hijos del viento

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 2 octubre 2008 (ZENIT.org).- El documento final del VI Congreso Mundial de la Pastoral para los Gitanos ha exigido prohibir las escuelas especiales para los niños del pueblo del viento, así como los programas de esterilización de sus mujeres.

La petición forma parte del documento final publicado este jueves de aquel acontecimiento celebrado del 1 al 4 de septiembre en la ciudad alemana de Freising por iniciativa deel Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, en colaboración con la Conferencia Episcopal Alemana.

En el encuentro participaron 150 delegados (arzobispos, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, agentes de pastoral laicos y representantes de los gitanos), procedentes de 26 países europeos, de América Latina y de Asia. El tema fue «Los jóvenes gitanos en la Iglesia y en la sociedad».

En este sentido, el documento en sus recomendaciones finales considera que uno de los elementos claves es en estos momentos la educación, en particular entre los niños y jóvenes gitanos.

«La educación es el proceso fundamental para la realización del potencial personal, y es necesaria para la integración en la sociedad», afirma el documento conclusivo enviado a Zenit por el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, cuyo presidente es el cardenal Renato R. Martino.

Por este motivo, asegura, «es necesario prohibir la incorporación de los gitanos a ‘escuelas especiales’ que generan humillaciones».

«La edicación es una condición para la participación en la vida política, social y económica, en una posición de igualdad con respecto a los demás –añade el texto–. Debe, asimismo, animar a la reflexión justamente crítica y a la responsabilidad que, a su vez, son necesarias para edificar una sociedad cada vez más humana, basada en los principios de justicia, de igualdad y de fraternidad».

La formación para el trabajo ha sido una de las principales preocupaciones manifestadas por el Congreso, dado que «los jóvenes deben superar las barreras, generadas también por las debilidades del sistema educativo, que obstaculizan su acceso al mundo laboral».

Por lo que concierne a la situación de las mujeres gitanas, el congreso condena «las esterilizaciones forzadas y aquellas campañas que tienden a desestabilizar el concepto de la familia entre los gitanos».

«Hay que garantizar la educación de las mujeres a los derechos fundamentales, lo mismo que el diálogo intercultural, la participación de los jóvenes en la ciudadanía democrática, la cohesión social y el desarrollo de políticas juveniles», afirma.

El documento asegura que «sería útil pedir a las organizaciones humanitarias y a Cáritas, la erogación de microcréditos, para controlarlos más tarde, destinados a aquellas familias y comunidades que manifiestan mayores capacidades a la hora de emplearlos en favor de su etnia».

En la pastoral de los gitanos, afirma el texto, «los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia, podrían desempeñar un papel importante».

Del mismo modo, el documento final pide que las congregaciones religiosas, las asociaciones católicas y las comunidades eclesiales de base se comprometan en la pastoral específica de los jóvenes gitanos.

«Excluidos, confinados en los márgenes de la humanidad, humillados en su dignidad, los gitanos necesitan una Iglesia viva, una Iglesia-comunión, capaz de formar y de ayudar a superar las dificultades que la gran política no logra vencer», dice por último el texto.

Sin embargo, «el hecho de presentarse con amor y con el deseo de proclamar la Buena Noticia no es suficiente para crear una relación de confianza entre los gitanos y los payos, debido al peso de la historia y a todos los agravios que han padecido».

«La población gitana, por tanto, sospecha de las iniciativas de todos aquellos que intentan penetrar en su mundo. Es posible superar esta actitud inicial solamente a partir de gestos concretos de solidaridad, también a través de una vida en común y de la realización de proyectos hechos a medida de hombre, que favorezcan una participación y una adhesión de los jóvenes gitanos», concluye.

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ZENIT Staff

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