La pastoral penitenciaria opta por los considerados como "descartables"

Mensaje de los responsables en Argentina

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VILLA ALLENDE, martes, 17 febrero 2009 (ZENIT.org).- Los responsables de Pastoral Penitenciaria de 33 diócesis de Argentina han emitido un comunicado dirigido a sus obispos y a las Pastorales Penitenciarias Diocesanas en el que aseguran que «optamos por aquellos que nuestra sociedad considera descartables».

Reunidos en su cuarta reunión anual, los días 7 al 11 de febrero de 2009, en la casa de retiros San Alfonso, en Villa Allende, Córdoba, expresan su deseo de «compartir experiencias vividas y conclusiones a las que hemos llegado en estos días de reflexión, oración y debate», informa a ZENIT Helena Kuc, de la Pastoral Penitenciaria.

El mensaje, fechado el 11 de febrero de 2009, día de Nuestra Señora de Lourdes, indica lo siguiente: «Queremos ser Pastores en la Pastoral que soñamos, por eso hacemos nuestro el sueño de Dios que es el proyecto del Reino para toda la humanidad. Un Reino que humaniza, que quiere una vida plena para todos. Para ello nos comprometemos a luchar por la promoción humana de todos los hombres, tomando como modelo a Jesús que se encarnó, que se hizo uno de nosotros asumiendo todas y cada una de nuestras realidades».

Los firmantes del mensaje constatan, en el mundo de la carcelación, «que muchos hermanos sufren una creciente deshumanización que nos urge a hacer una opción preferencial por los más desprotegidos, los más pobres, los excluidos del sistema, en definitiva, por aquellos que nuestra sociedad considera desechables y descartables (cf. Documento Aparecida 65)».

Los participantes en el encuentro se ayudaron a pensar e iluminar su reflexión con algunos textos bíblicos, que les interpelaron profundamente en su modo de ser pastores en el mundo de la carcelación.

«Jesús, el Buen Pastor, es el modelo a seguir –afirman–. Por eso queremos ser pastores auténticos con una tarea profética y audaz, animándonos a levantar nuestra voz para denunciar  todo aquello que deshumaniza y es contrario al proyecto de Dios. Que nuestra vida anuncie la Buena Noticia del Evangelio que es liberación para los oprimidos y excluidos».

«Somos parte de una Iglesia que camina –añaden–, que se encuentra con personas concretas, con rostro y sufrimiento y con una experiencia de vida marcada por el dolor. En esta difícil realidad en la que está inmersa nuestra misión, vemos con preocupación como la sociedad actual entiende a la justicia como el mero cumplimiento de la ley, siendo su eje principal el tema de la seguridad y castigos más severos para aquellos que la infringen».

Desde su mirada pastoral proponen «una justicia con centro en la reconciliación, entendiendo la seguridad como una mejor calidad de vida para todos los ciudadanos y no como una mera represión del delito tipificado».

«No se trata de destruir personas con un sentido vengativo –subrayan–, sino de tender puentes desde la verdad, retomando así el gran sueño de Dios de que todos somos hermanos».

Consideran éste como «el único camino que sana y salva a las personas, curando todas las heridas provocadas por el odio y la falta de amor».

Es fundamental, indican, «que podamos partir de nuestra propia experiencia de reconciliación, haciendo un profundo examen de conciencia, que en este encuentro, nos llevó a descubrir, una vez más, que cada uno de nosotros carga en su historia personal responsabilidad en faltas graves que no nos han llevado a la cárcel por no estar ellas tipificadas en el Código Penal o no ser conocidas».

Aseguran saber que su desafío es grande, y ven con preocupación, que «como Iglesia en el mundo de la carcelación no trabajamos unidos, sino que todavía hoy algunos creen que se puede hacer presente a Jesús, de modo individual, sin espíritu comunitario, ni integrados a una pastoral de conjunto».

Por eso, como Pastoral Penitenciaria Nacional invitan «a todos los agentes que la integran en cada diócesis y que, por una u otra razón no lo han hecho todavía, a trabajar orgánicamente, sintiéndose parte de este plan de acción que contribuye al gran proyecto de Dios que es un mundo sin cárceles».

Se sienten interpelados por sus obispos en Aparecida «que nos convocan a que en cada diócesis exista un equipo de pastoral penitenciaria, algo que sabemos que aún no hemos logrado en su totalidad en Argentina».

Como mensaje final y, a partir de la reflexión y las experiencias compartidas, se comprometen «a no desistir, a vivir con alegría y valentía el mensaje de la Buena Noticia, a unir y multiplicar los esfuerzos por transformar la sociedad y por humanizar el sistema carcelario, a ser discípulos misioneros comprometidos, encarnados, entusiastas y arriesgados, que testimonien el Evangelio de Cristo, incluso hasta dar la vida».

Por Nieves San Martín

 

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ZENIT Staff

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