La paz entre Chile y Argentina hace más bella la cordillera, constata el Papa

En un mensaje con motivo del centenario del Cristo Redentor de los Andes

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CIUDAD DEL VATICANO/BUENOS AIRES, domingo, 14 marzo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II se pregunta de qué serviría la belleza de las cumbres de los Andes, si los países hermanos que en ellas viven –Argentina y Chile–, la ensangrentaran con la guerra, en un mensaje enviado con motivo del centenario del monumento del Cristo Redentor.

El texto fue leído ante los participantes en una ceremonia celebrada este sábado ante el monumento colocado a 4.200 metros de altura en la cordillera que separa Chile de Argentina. En la soleada pero fría mañana, frente al Cristo Redentor, estaban presentes los presidentes de Argentina y Chile, Néstor Kirchner y Ricardo Lagos.

El monumento se colocó para ratificar moralmente los acuerdos que se habían logrado entre Argentina y Chile para resolver por medios pacíficos diversos contenciosos, hasta llegar a los cuatro tratados de paz definitivos en 1902.

«Se había conseguido la mejor de las victorias y demostrado la verdadera fortaleza del ser humano, así como la auténtica grandeza de las naciones», reconoce el mensaje pontificio enviado al presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, el cardenal Francisco Javier Errázuriz, arzobispo de Santiago de Chile, y al presidente de la Conferencia Episcopal de Argentina, monseñor Eduardo Vicente Mirás, arzobispo de Rosario.

«De la amenaza del conflicto se pasó a la convivencia amistosa entre dos países vecinos y hermanos –sigue explicando–. El júbilo y la satisfacción estaban bien justificados al haber logrado el triunfo inapreciable de la paz».

«¿De qué servirían la belleza de las cimas majestuosas y la riqueza de los valles fecundos, si sobre la tierra en la que el Creador le ha puesto el hombre no cultivara también lazos de convivencia y de paz?», pregunta el Papa.

«Aquellas palabras de entonces recuerdan a los ciudadanos y autoridades de hoy la necesidad de continuar los esfuerzos por afianzar, mediante la promoción incesante de una cultura de paz y de gestos significativos que la hagan prevalecer, sobre cualquier otra alternativa, los lazos de concordia y amistad, el camino del diálogo leal y el respeto del derecho».

En el acto, el presidente de Chile, según informa la agencia católica AICA, destacó en su discurso el deseo subrayó «el rechazo claro y absoluto a la violencia y al terrorismo», mientras que el presidente argentino constató que se da «una voluntad de más integración y armonía sin precedentes entre ambas naciones».

El acto en la cima del cerro Santa Elena comenzó con un minuto de silencio por las víctimas del atentado que tuvo lugar en Madrid el pasado jueves en el que perdieron la vida doscientas personas.

El primer desafío en el escenario internacional que tuvo que afrontar Juan Pablo II dos meses después de ser elegido Sumo Pontífice, en la Navidad de 1978, fue la guerra estuvo a punto de estallar entre Argentina y Chile por la posesión de tres islas al sur del canal de Beagle.

La intervención del Papa salvó a los dos países de la guerra en un proceso largo y difícil. El Santo Padre contó con la ayuda de su enviado, el cardenal Antonio Samoré, cuyo talento diplomático contribuyó a lograr una solución pacífica.

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ZENIT Staff

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