La paz exige una autoridad política mundial; no un «super-Estado»

Afirma el cardenal Martino en una intervención ante la UNESCO

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PARÍS, 4 noviembre 2003 (ZENIT.org).- La necesidad de que exista una autoridad política mundial para «perseguir eficazmente el bien común universal» es una de las «actualísimas contribuciones» de la Encíclica «Pacem in Terris» para construir la paz en la presente era de la globalización, afirma el nuevo cardenal Renato R. Martino.

Así lo subrayó este martes en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) el cardenal Renato Raffaele Martino en el seminario de estudio para celebrar el 40º aniversario del histórico documento del Papa Juan XXIII.

En el encuentro, organizado el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz –que preside el purpurado– en colaboración con el observador permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, participó también el director general de este último organismo, Koichiro Matsuura.

El cardenal Martino –confirma un comunicado del organismo vaticano– puso de manifiesto las convergencias entre la finalidad de UNESCO y el mensaje de la Encíclica en la promoción de una auténtica cultura de la paz.

Igualmente hizo hincapié en la «actualísima contribución» de la «Pacem in Terris» para la construcción de la paz en la era de la globalización con sus insistentes enseñanzas sobre la unidad de la familia humana, sobre el bien común universal y sobre una autoridad política mundial.

Para el purpurado, la necesidad de una autoridad política mundial para perseguir eficazmente el bien común universal no tiene que ver con la «constitución de un super-Estado mundial».

Más bien se trata «de continuar y profundizar en el proceso ya en marcha de construcción participada de niveles transparentes y subsidiarios de autoridad», desarrollando también el potencial pedagógico de las Organizaciones internacionales, especialmente en la defensa de los derechos humanos.

«De acuerdo con la “Pacem in Terris” –sostuvo el cardenal Martino–, habría que aumentar la conciencia de que esos derechos no son el fruto de un consenso humano, por elevado o autorizado que sea, sino la expresión de un orden y el reflejo de la dignidad del hombre y de la unidad de la familia humana».

La unidad de la familia humana se refleja, entre otros aspectos, en el derecho al trabajo, la condena del racismo, la tutela de las minorías, la asistencia a los prófugos y refugiados, y la solidaridad internacional frente a todos los necesitados –con independencia de que sean ciudadanos de un determinado Estado–.

Todos estos aspectos no son más que aplicaciones del principio de ciudadanía mundial afirmado por la «Pacem in Terris», constató el purpurado.

Haciendo un llamamiento para que la causa de la paz no se ponga en peligro «por injustificables enfrentamientos entre culturas, entre civilizaciones, y menos aún entre religiones», el cardenal Martino reveló el antídoto más eficaz para evitar el recurso a la guerra.

Se trata de «hacer crecer una cultura de la paz fundada en las cuatro columnas de la verdad, de la justicia, del amor y de la libertad, según las enseñanzas de la “Pacem in Terris” de Juan XXIII».

El camino de la paz «es el único que permite construir una sociedad más justa y solidaria». «Es tarea de los creyentes y de todo hombre de buena voluntad –exhortó– esmerarse para que el futuro de la humanidad esté aferrado a la causa y a la cultura de la paz».

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ZENIT Staff

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